Actualmente, las consecuencias generadas por la pandemia que enfrentamos a nivel global, las sufrimos principalmente en nuestra movilidad y estilo de vida, sin embargo, los retos generados por el COVID-19 van más allá de los problemas de salud y el confinamiento. La contingencia desatada por este virus también generará una fuerte crisis económica mundial que se verá reflejada en la producción, el precio y la disponibilidad de los alimentos.
¿Qué tiene que ver la crisis del Covid-19 con la producción y disponibilidad de alimentos en el mundo?
En el mundo moderno, la mayoría de los países son altamente dependientes unos de otros, tanto en la economía como en el intercambio de materias primas y productos terminados. En nuestro país, por ejemplo, la mayor parte del maíz amarillo que consumimos es importado de los Estados Unidos. Por otro lado, México a su vez exporta una gran cantidad de los productos que produce, como es el caso del aguacate, azúcar de caña, tomate, frutos rojos, entre otros. Sin embargo, para producir estos cultivos, necesitamos importar fertilizantes químicos y otros insumos agrícolas, cuyo precio se ve afectado por la disponibilidad (a mayor demanda mayor precio) y por el precio del dólar. La devaluación del peso frente al dólar ha elevado el costo de fertilizantes químicos un 30% en el último trimestre.
Así mismo, la reducción del tránsito de mercancías y el cierre de fronteras por consecuencia de la pandemia, han provocado la escasez de productos y el aumento en los precios de muchos de los alimentos e insumos que consumimos. Aunque este escenario puede parecer un gran problema, también puede representar una gran oportunidad para incentivar la producción nacional. ¿Cómo podemos convertir el problema en oportunidad? En este artículo te lo explicamos.
Es indispensable disminuir el uso de fertilizantes y otros agro químicos
Los fertilizantes de origen químico no sólo representan el gasto más alto en la mayoría de los cultivos agrícolas, sino que, además, son los insumos más ineficientes, ya que el cultivo sólo aprovecha alrededor del 30% del fertilizante aplicado. Esto significa que tiramos a la basura la mayor parte del dinero que gastamos en fertilizar. Si tomamos en cuenta que el precio de una tonelada de urea ronda los diez mil pesos, en realidad estamos desperdiciando siete mil pesos de dicha inversión.
Por si fuera poco, el fertilizante desperdiciado es un poderoso contaminante, ya que provoca un enorme deterioro de los suelos agrícolas, contribuye a acelerar el cambio climático y arruina los cuerpos de agua a los que llega.
Si queremos cambiar nuestro modelo de producción agrícola actual por uno más rentable y sustentable, en primer lugar, debemos tomar conciencia del impacto que el modelo actual tiene sobre nuestros recursos y, también, sobre nuestros bolsillos. Utilizar de forma indiscriminada los agroquímicos, es como comprar las balas de la pistola que usarán para dispararnos, ya que estamos acabando con el agua potable que bebemos, con los alimentos que se producen en ríos, lagos y mares, así como con la capacidad de producir alimentos de nuestros suelos.
La respuesta se encuentra en la agro biotecnología
La solución no es cosa del futuro ni de la ciencia ficción, en realidad, desde hace años tenemos la capacidad tecnológica para incrementar sustancialmente la productividad y la rentabilidad de nuestros cultivos sin depender tanto de los agro químicos.
Los avances en la investigación y en el desarrollo de la biotecnología, han puesto a nuestro alcance insumos de origen biológico como los biofertilizantes; una de las alternativas más efectivas, baratas y ecológicas con las que contamos hoy en día dentro de la agricultura.
Los biofertilizantes son productos basados en microorganismos benéficos para las plantas, principalmente bacterias y hongos. Estos microorganismos no han sido inventados en un laboratorio ni modificados genéticamente, de hecho, han existido en la naturaleza desde siempre. La biotecnología sólo se ha centrado en encontrar los mejores microorganismos para los distintos cultivos.
Gracias a su capacidad de nutrir la planta de forma natural, de incrementar la eficiencia de los fertilizantes químicos, de incrementar el rendimiento y la calidad de los cultivos, de disminuir el efecto nocivo de plagas y enfermedades, así como sus efectos benéficos en el suelo, los biofertilizantes se han convertido en una herramienta utilizada por agricultores de todo el mundo para producir más y mejor, a un menor costo.
¿Por qué se puede producir más con menos?
Cuando aplicamos biofertilizantes a nuestros cultivos, los microorganismos que los componen nutren a las plantas de forma natural, como es el caso de las bacterias fijadoras de nitrógeno, que transforman el nitrógeno del aire en fertilizante nitrogenado, o los microorganismos solubilizadores, que ayudan a liberar los nutrientes de rocas y otros minerales. Estos efectos aumentan casi en un 100% la eficiencia de los fertilizantes químicos, lo que permite reducir su uso de un 25 a un 50% dependiendo del cultivo. Al mismo tiempo, podemos incrementar el rendimiento obtenido en torno a un 20%, lo que se traduce en una mayor ganancia para el productor.
Si además adoptamos otras prácticas agrícolas sustentables como reducir la labranza, hacer rotación de cultivos, o la incorporación de materia orgánica y minerales por medio de compostas, abonos verdes, harinas de roca, entre otros; podemos reducir aún más la fertilización química, e incluso eliminarla por completo, sin comprometer el rendimiento de nuestra parcela.
Las oportunidades son para quien sabe aprovecharlas
Winston Churchill decía que “un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad, mientras que un optimista ve una oportunidad en toda calamidad”. Con esta frase podríamos concluir que, el alza de precios de los agroquímicos, así como la escasez que se avecina, en principio pueden parecer un gran problema, sin embargo, también pueden brindarnos la oportunidad de probar nuevas alternativas de producción más rentables y amigables con el medio ambiente.
Si lo hacemos justo ahora, podemos reducir en gran medida el riesgo de sufrir inseguridad alimentaria en nuestro país. Además, debido al aumento de precio que se prevé que sufran los productos agrícolas en el mercado, tanto nacional como internacional, podremos obtener pagos más atractivos por nuestra producción.
Por Paula Medina y César González
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