CALENTAMIENTO GLOBAL Y PRODUCCIÓN DE AZUCAR
Escrito por Marcel Morales
Ya dio inicio la zafra 24/25 en los 59 ingenios azucareros del país, que pronostican un buen año para la producción del endulzante, después de una drástica caída en la zafra anterior, producto de una de las sequías más severas de los últimos años. Esta disminución fue del 30% respecto a la producción promedio de los cinco años anteriores.
En días pasados tuve la oportunidad de visitar el Ingenio Emiliano Zapata, en Zacatepec, Morelos, invitado por su gerente, el Ing. Alfredo Salazar. En esta visita, pude hacer un amplio recorrido por las instalaciones del ingenio donde se procesa la caña, desde su reciba del campo hasta el envasado del azúcar en presentaciones de 25 kilos. En el recorrido contamos con la explicación precisa en cada una de las etapas del proceso del Ing. Jorge López, responsable de producción.
En la visita pude constatar la innovación del proceso mediante la inversión reciente en maquinaria y equipo, que permiten una mayor eficiencia, que eleva la cantidad de kilos de azúcar obtenida por tonelada de caña procesada (130 kg/ton, cuando el promedio nacional es de 112).
Sin embargo, la preocupación actual de la industria azucarera no es tanto la productividad en la transformación, sino en el tema de la sostenibilidad de todo el proceso, desde la producción en campo hasta el producto final. En otras palabras, la atención está puesta en la disminución de la huella de carbono del azúcar, ya que cada vez en mayor medida, es una exigencia de los grandes compradores del dulce.
El reto más difícil, se considera, está en la producción de la caña, ya que existen añejas prácticas que son altamente contaminantes para el medio ambiente, como es la quema de la caña para su corte manual, así como el alto uso de agroquímicos, como los fertilizantes. Se estima que una hectárea de caña emite de 12 a 15 toneladas de CO2 a la atmósfera; de éstas, el 60% procede de la quema y 30% de los fertilizantes.
Afortunadamente, contamos con alternativas viables y deseables. Actualmente, a nivel nacional sólo el 10% de las 900 mil hectáreas sembradas de caña, se cosecha mecánicamente; por otro lado, se cuenta con bioinsumos, como los biofertilizantes microbianos, así como los mismos desechos del proceso, como la cachaza, que permiten incrementar la eficiencia del fertilizante químico, disminuyendo su uso hasta en 50%, con incrementos de rendimientos. Sólo con estas dos medidas se puede aspirar, al menos, a reducir 9 millones de toneladas la emisión de CO2 al año.
En este momento, en que se están definiendo políticas por la nueva administración de gobierno, sería pertinente esta consideración.