Estamos en los umbrales de un profundo proceso de transformación, en donde los sistemas ambientales se deben de tomar en cuenta dentro de los sistemas socio-económicos como un todo, bajo un nuevo
concepto que se podría denominar Bioeconomía. Estos sistemas dependen totalmente uno del otro; analizando los problemas que surgen de la empresa humana sobre el medio ambiente,se debe de hacer visible lo invisible.
La Bioenocomía es un campo emergente que tiene como eje a la biología para así, definir los alcances y límites de toda acción económica: en donde la actividad socioeconómica no destruya las condiciones necesarias para la sustentabilidad.
Hoy una prioridad es que bajo este sistema bioeconómico, las empresas hagan el mínimo daño al medio ambiente y a la biodiversidad, que funcionen dentro de la capacidad llevadera del planeta y que el capital social y el biológico tenga tanta importancia como el monetario.
A partir de la revolución industrial, se ha hecho un manejo irracional de los recursos naturales al considerarlos como inagotables. Esta forma de producción y acumulación ha llevado a una situación límite en la posibilidad de respuesta de la naturaleza y, por lo tanto, de nuestra propia sobrevivencia. Por ello, el panorama mundial actual no es nada alentador y enfrentamos problemas que nos conciernen y que sufrimos todos, como lo es: el calentamiento global, la destrucción de la capa de ozono, la acidificación de los océanos, la pérdida de la biodiversidad, los desastres naturales entre otros. Esta situación obliga a crear las condiciones necesarias para un cambio radical en nuestra ideología y forma de vida, tendientes a fomentar una cultura de suficiencia y conservación.
Dentro de estos cambios fundamentales se debe de tener presente la interdisciplinariedad, a través de la cual se articulen varias ideas y conocimientos que deriven en innovaciones. Para ello académicos de las distintas áreas deben vincularse con las empresas para ofrecer alternativas y soluciones de valor de uso a los problemas que nos aquejan como sociedad.
La integración de esquemas de sustentabilidad puede asegurar la supervivencia de la especie humana a largo plazo, además de la continuación del sistema socio – económico, asegurando prosperidad a corto plazo.
Uno de los esquemas más importantes es el agroalimentario, el cual está directamente relacionado con nuestra existencia en el planeta.
Los sistemas de producción agroalimentaria se han basado en la llamada “revolución verde”, que tiene como objetivo principal el producir más a corto plazo a través del uso de agroquímicos y en particular el de los fertilizantes químicos, sin importar las repercusiones eco-ambientales que provocan. Este sistema de producción resulta en la actualidad incosteable, ineficiente y altamente contaminante, lo que lleva a una necesidad de su redefinición.
Dicha redefinición sólo podrá responderse si el actual sistema de producción agroa-alimentario se somete a un serio y profundo proceso de transformación. La prioridad es: Mantener una producción sustentable a largo plazo, a menores costos y contaminando menos.
¿A que nos enfrentamos?
El uso indiscriminado de los fertilizantes químicos para la producción agraria ha generado graves impactos ecológicos que han alterado los ecosistemas, en algunos casos de forma irreversible, dentro de ellos se encuentran:
Efectos en la atmósfera: Desde la etapa de su producción, los fertilizantes químicos, sobre todo los nitrogenados, generan y expulsan a la atmósfera uno de los Gases de Efecto Invernadero (GEI) más dañino, el Oxido Nitroso (N2O) con una capacidad de retención de calor a largo plazo 300 veces mayor que el Bióxido de Carbono (CO2). Lo que contribuye directamente al calentamiento global.
Efectos del cambio climático: Sequías severas y prolongadas, aumento de las precipitaciones en algunas regiones y disminución en otras, aumento de las temperaturas, aumentos en la frecuencia e intensidad de eventos climáticos extremos, amenazas sobre el desarrollo y productividad de los cultivos, mayor presencia de plagas y enfermedades, y la
reducción de áreas con condiciones óptimas para los cultivos. Cabe mencionar que actualmente se contabilizan cerca de 500 catástrofes mundiales, cuando en la década de los ochenta éstas ascendían a 120.
Efectos en la calidad de los alimentos: el uso de fertilizantes químicos en los cultivos afecta la cantidad de vitamina C así como la calidad y cantidad de proteína producida por las plantas. Incrementa la vulnerabilidad de los cultivos a plagas y enfermedades. Por lo que se tienen frutos de menor calidad en apariencia y en valor nutricional.
Efectos en el agua: Un alto porcentaje del fertilizante químico aplicado en los cultivos termina en ríos, lagos y mares, contribuyendo a su eutrofización (exceso de nutrientes ya sea nitrógeno o fósforo que ocasionan una abundancia de algas y otros organismos los cuales absorben la mayor parte del oxígeno, destruyendo la biodiversidad). La vida de las algas es muy corta, al morir y descomponerse consumen más oxígeno por lo que la situación empeora, los peces, moluscos y crustáceos también mueren así como el resto de la biodiversidad de la zona. Esto resulta en el fenómeno conocido como hipoxia (zonas muertas tanto en mares como lagos con concentraciones tan bajas de oxígeno que las hace inhabitables). En los últimos cuarenta años se ha multiplicado el número y la extensión de las zonas muertas en el mundo. Estudios realizados en 2008 incluyen una lista de 405 zonas con extensiones que van desde 1 km hasta más de 70,000 km2
Efectos en la calidad de los cultivos: el uso excesivo de fertilizantes químicos da como resultado cultivos enanos. Los fertilizantes químicos afectan el crecimiento de los cultivos ya que inhiben el desarrollo de las hormonas de crecimiento vegetal que contienen las plantas. Con el uso irracional de la urea las plantas se vuelven más vulnerables a plagas y enfermedades. Incrementan el crecimiento de la planta pero debilitan al tallo, también empobrecen la calidad de las semillas.
Efectos en los suelos: Entre el 40-60% de los fertilizantes químicos aplicados se desperdicia, una parte de este se queda en el suelo haciendo que vaya perdiendo su flora microbiana natural así como su capacidad de retención de nutrientes e incrementando su nivel de acidez, volviéndolos estériles, haciendo a su vez que los cultivos se vuelvan cada vez más dependientes de la aplicación de fertilizantes.
El reto “Producir de manera diferente”
Necesitamos encontrar maneras de aminorar estos daños causados por el uso excesivo de los fertilizantes químicos sin reducir la productividad del sistema agropecuario.
El hombre ha ido convirtiendo cada vez más el nitrógeno inactivo de la atmósfera en sus formas reactivas, tales como amonio, para su uso en la agricultura, desequilibrando su ciclo biogeoquímico el cuál estaba perfectamente equilibrado cuando solo había fijación biológica de nitrógeno y la práctica del abono orgánico. Es por eso que la incorporación de prácticas sustentables en los sistemas de producción agrícolas es de vital importancia dentro de ellos, el uso de biofertilizantes.
A diferencia de los fertilizantes orgánicos que están hechos en base de materia orgánica procesada, los biofertilizantes están hechos a base de microorganismos benéficos para la planta, el suelo y el ambiente ya que ayudan a la fijación biológica de nitrógeno además de promover la estimulación del crecimiento vegetativo, solubilizar y transportar nutrientes y proteger el sistema radicular contra patógenos. A su vez ayudan a la regeneración de los suelos estériles devolviéndoles parte de su flora microbiana. Y no solo eso, su costo es únicamente el 10% del costo del fertilizante químico por hectárea.
Desde el punto de vista productivo y económico, los biofertilizantes tienen un importante efecto positivo, ya que representan la forma más directa e inmediata de tener una respuesta productiva, a la vez que representan la forma más económica de nutrición, ya que la fuente de nitrógeno es la atmósfera, que cuesta menos y no es contaminante. Por ejemplo, una ha. de maíz tiene un costo de fertilización química del orden de 4 a 5 mil pesos por ha., mientras que la biofertilización es del orden de 300 pesos y es más amable con el medio ambiente, y permite un uso más eficiente del fertilizante, lo que permite reducir hasta en 50% su aplicación, con mayores respuestas en producción.
Desde el punto de vista ecológico, el ahorro que se puede tener en el uso de los fertilizantes químicos, tiene un alto significado, así como un uso racional del agua, que puede ser incluso mayor al significado económico y productivo.
Es por esto que en diversos países, y organismos internacionales, ya existen iniciativas para limitar el uso de los fertilizantes químicos (como es el caso del G 20, la ONU la FAO, etc.), no obstante que actualmente es una prioridad mundial el incremento de la oferta de alimentos. Así, el reto que enfrentamos a nivel mundial, es producir más alimentos y contaminar menos (Disminuyendo el uso de fertilizantes químicos).
México es pionero en el desarrollo de biofertilizantes, donde gracias al trabajo de centros de investigación reconocidos a nivel mundial se lograron obtener biofertilizantes altamente efectivos en diversos cultivos, probados en más de 2 millones de hectáreas a nivel nacional, se logró en promedio una reducción en el uso de fertilizante químico del 50% y un aumento en rendimiento de 30%.
La vinculación y transferencia de tecnología entre centros de investigación y empresas ha permitido seguir innovando en el tema poniendo a disposición del mercado productos que dan soluciones a la problemática actual de manera biológica y sustentable.
De no integrar nuevas tecnologías en pro del cuidado del medio ambiente tanto para la producción agrícola como para otros sistemas de producción, así como cambiar nuestros hábitos de consumo hacía un consumo racional y una cultura en pro de la conservación, las consecuencias del cambio climático irán en aumento a niveles catastróficos.
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Biofábrica Siglo XXI
Biofábrica Siglo XXI S.A. DE C.V. es una empresa líder en el desarrollo, producción y comercialización de Biofertilizantes y otros productos agrícolas basados en microorganismos benéficos para los cultivos.
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