CONSERVACIÓN Y REGENERACIÓN DE SUELOS AGRÍCOLAS
Por Julio Perez y César González
Los suelos son el soporte de todos los ecosistemas terrestres, si desaparecen, nuestra civilización colapsaría al no poder producir los alimentos que necesitan las más siete mil millones de personas que vivimos alrededor del mundo.
Existen muchos tipos de suelo, algunos son más fértiles que otros, estas diferencias se deben a su composición química, a su estructura (porcentaje de arenas, limos y arcillas), a su contenido de materia orgánica y a su actividad biológica.
Además de estas diferencias, para mantener su fertilidad hay que cuidar las variables que hacen a un suelo saludable, entre ellas están:
- El espacio poroso: permite que el aire y el agua se infiltren.
- Los minerales: algunos de los cuales sirven como nutrientes para las plantas y otros determinan las propiedades químicas.
- La Humedad: agua disponible para las plantas.
- La materia orgánica: es el producto de la descomposición de los restos vegetales. La materia orgánica es una de las variables más importantes, ya que es un almacén de nutrientes, incrementa la capacidad de retención de agua y ayuda a mejorar las propiedades físicas y químicas necesarias para mantener una buena fertilidad del suelo.
- El pH: es una de las variables químicas más importantes, ya que el grado de acidez, neutralidad o basicidad del suelo determina la disponibilidad de nutrientes, así como la actividad biológica necesaria para mantener la fertilidad.
- La Conductividad eléctrica y el contenido de sodio: son medidas de la cantidad de sales que hay en el suelo, demasiadas sales también dificultan el desarrollo de la vida.
Uno de los principales problemas de la agricultura moderna es que considera al suelo como un simple sustrato que sirve de sostén para el crecimiento de las plantas. Este descuido ha generado que la mayor parte de los suelos agrícolas del planeta tenga algún grado de degradación y esté perdiendo su potencial productivo.
Las principales causas de la erosión y degradación del suelo son:
- La pérdida de materia orgánica, derivada del mal manejo y a la falta de incorporación de materia orgánica nueva.
- La salinización, por el uso excesivo de fertilizantes.
- La compactación del suelo, derivado del sobre laboreo que rompe la estructura esponjosa natural del suelo.
- La erosión hídrica y eólica, que se incrementan debido a la compactación y sobre laboreo derivadas del mal manejo y a la falta de una cobertura vegetal adecuada.
Para revertir y prevenir la erosión y desertificación de los suelos, se debe cambiar nuestra visión de esto como entes vivos y dinámicos, cuyo equilibrio y cuidado determinan la capacidad de producir alimentos.
Afortunadamente ya existen muchas soluciones que pueden ayudar a revertir esta situación, la primera es un manejo adecuado que incluya prácticas como:
- El uso de Biofertilizantes microbianos que incrementan la eficiencia de los fertilizantes químicos y mejoran la capacidad de la planta para obtener nutrientes y agua.
- La Incorporación de materia orgánica, con el uso de rastrojos, compostas o abonos verdes.
- El uso de técnicas de laboreo de conservación, como labranza cero o labranza mínima.
- La incorporación de minerales no procesados químicamente, como rocas fosfóricas, arcillas, harinas de roca, zeolitas, entre otros.
Los Biofertilizantes microbianos son una especie de catalizador para el control de la mayor parte de las propiedades físicas, químicas y microbiológicas del suelo. Son hongos y bacterias benéficas cuyo trabajo siempre ha sido asociarse con las plantas para facilitar su supervivencia. Su trabajo es estimular a la planta mediante la producción de fitohormonas, mejorar su capacidad para obtener nutrientes y agua de difícil disponibilidad y regenerar el suelo, ya que los microorganismos junto con las plantas, fueron los que fabricaron este valioso recurso a partir de los minerales que contienen las rocas y de la materia orgánica fabricada gracias a la fotosíntesis de las plantas.
Beneficios de los biofertilizantes en la conservación del suelo:
- Incrementan la aportación de materia orgánica al suelo, gracias a la estimulación del crecimiento de la raíz, que en gran parte de los cultivos es el único aporte de materia orgánica que queda después de la cosecha.
- Mejoran la capacidad de intercambio catiónico.
- Realizan la fijación de nitrógeno atmosférico, que, básicamente, es producir fertilizante nitrogenado a partir del nitrógeno del aire.
- Inducen variaciones en el valor del pH y en el del potencial de óxido-reducción.
- Promueven el incremento de la eficiencia de retención de agua y de aireación, gracias a que recuperan la estructura del suelo y al incremento en la materia orgánica.
Estos beneficios han sido ampliamente probados por la ciencia, en Biofábrica Siglo XXI hemos comprobado que el uso de Biofertilizantes microbianos incrementa la cantidad de bacterias benéficas que tiene funciones importantes para el cultivo.
A continuación mostramos los resultados de la regeneración de la microbiota (abundancia y diversidad microbiana) de una parcela de caña de azúcar con 6 años de uso de biofertilizantes.
También hemos evaluado la mejora en la estructura del suelo, gracias a que los microorganismos benéficos regeneran los gránulos de suelo, formando gránulos más grandes llamados macroagregados.
Estos macroagregados son los que le dan la estructura esponjosa al suelo necesaria para que el agua y el aire se infiltren, lo que permite que retengan más agua y nutrientes. Además son protectores de la materia orgánica y de la microbiota benéfica para los cultivos. En esta parcela vemos que el porcentaje de macro agregados aumentó un 15% tras 6 años de uso de biofertilizantes.
Por último, pero no menos importante, encontramos que la materia orgánica y el secuestro de CO2 en el suelo también se incrementan significativamente a lo largo del tiempo con el uso de biofertilizantes, como podemos observar en las dos siguientes gráficas.
Gracias a estos resultados se puede concluir que un sistema de producción basado en el uso de insumos agrícolas de origen biológico, estimula la recuperación y regeneración de las condiciones físico, químicas y microbiológicas del suelo, así como una mayor captura de carbono, contribuyendo a mitigar el cambio climático. Cabe resaltar que todos estos efectos positivos comienzan a verse a los pocos días de la aplicación de los biofertilizantes, pero que, como se ha demostrado con la evaluación y seguimiento de varios ciclos, dichos efectos son acumulativos y potencian los resultados positivos en un corto y mediano plazo.