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¿Qué es el suelo?

El suelo es la fina capa de la superficie que sostiene a todas las plantas terrestres y por lo tanto a todos los seres vivos que dependen de ellas. Esto incluye a todos los animales terrestres, los microorganismos y por supuesto al ser humano. Es un recurso natural no renovable, considerado la principal fuente de sustento de la vida en la Tierra, tanto para el mantenimiento de los ecosistemas naturales como en la agricultura.

Día Mundial del Suelo

De los 32 tipos de suelo, según los sistemas de clasificación, México cuenta con 25. Lo que indica una amplia diversidad de riqueza y diversidad biológica que contribuyen en los procesos naturales encargados de mantener el ciclo del carbono, con la regulación de la temperatura, con los procesos hídricos, así como con la disponibilidad de nutrimentos para los cultivos. Contamos con una superficie territorial de 2 millones de kilómetros cuadrados, de los cuales, el 14% está clasificada por el INEGI como superficie de agrícola (18 millones de hectáreas). Sin embargo, debido a la degradación del suelo provocada por la actividad agrícola, en el país estamos experimentando una pérdida acelerada de la superficie cultivable.

Este proceso de degradación comenzó con el surgimiento de la llamada “revolución verde” que se basa en el incremento de la producción agrícola mediante el uso de fertilizantes químicos y pesticidas, además del uso de técnicas mecanizadas. Este sistema ha provocado la degradación masiva de este valioso recurso.

Dentro de estas prácticas las causas principales de la degradación del suelo son:

  1. Pérdida del equilibrio en la microbiología del suelo, tanto en la diversidad, como en la cantidad de microorganismos en prácticamente el 100% del suelo agrícola.
  2. Eliminación de la cubierta vegetal.
  3. La erosión.
  4. El ensalitramiento (acumulación de sales) y la sodicidad (Exceso de sodio).
  5. La compactación.
  6. El encostramiento del suelo.
  7. La disminución de la materia orgánica del suelo.
  8. La pérdida de nutrientes vegetales.
  9. La acumulación de sustancias tóxicas (contaminación).

 

Como consecuencia de este mal manejo también aumenta la pérdida de superficies naturales, ya que cuando las tierras deterioradas dejan de ser productivas, los agricultores transforman nuevas tierras a la agricultura para mantener el nivel de producción. Para 2011, en México se habían transformado alrededor de 55.9 millones de hectáreas de vegetación natural a otros usos del suelo, es decir, cerca del 29% del territorio. Esto ha provocado que el 64% de los suelos presente diferente grado de deterioro y que sólo el 36% no tenga degradación aparente y mantenga actividades productivas sustentables. Esto significa que, si no hacemos algo para revertir esta situación, la producción de alimentos, de materias primas y la disponibilidad de agua se verán seriamente comprometidos en pocos años.

Para que el suelo funcione adecuadamente debe mantener ciertas características físicas y químicas, además de una intensa actividad biológica. Entre estas características destacan:

  1. El contenido de materia orgánica, que son restos de animales y plantas descompuestos o en proceso de descomposición. Esta materia orgánica tiene una gran cantidad de Carbono.
  2. El contenido y disponibilidad de nutrientes: Todos los seres vivos tenemos los mismos bloques de construcción en nuestras células, los cuales son átomos de Carbono, Hidrógeno, Oxígeno, Nitrógeno, Fósforo, Azufre y muchos otros que se encuentran en pequeñas cantidades. Las plantas toman algunos de estos nutrientes del suelo, los cuales posteriormente pasan a los demás seres vivos cuando se las comen o cuando se comen unos a otros.
  3. La porosidad, que es indispensable para que el agua y el aire se infiltren en el suelo. Esta característica se mantiene gracias a que las partículas del suelo se encuentran empaquetadas en pequeños gránulos llamados agregados. Estos agregados además ayudan a proteger la materia orgánica, a los nutrientes minerales y a los organismos del suelo.
  4. La actividad biológica, que es llevada a cabo por una gran cantidad de animales pequeños y microorganismos, los cuales, junto con las plantas, ayudan a mantener todas las funciones antes mencionadas. Realmente el suelo es fabricado en conjunto entre las plantas y los demás seres vivos que habitan en el suelo, sin embargo, este proceso tarda miles de años en completarse, por eso se considera un recurso no renovable.

 

Todas las funciones del suelo dependen de que estás características se mantengan en óptimas condiciones. Con suelos fértiles y saludables somos capaces de mantener la producción de alimentos, de aprovechar el agua que se infiltra al subsuelo o fluye sin contaminantes a los ríos y lagos, de producir materias primas y biocombustibles totalmente renovables, además de ayudar a mantener la biodiversidad que es imprescindible para nuestra propia subsistencia. Un ejemplo claro de esto es el mantenimiento de la población de abejas y otros polinizadores, sin los cuales no podríamos producir la mayor parte de los cultivos de los que dependemos.

 

¿Cómo frenamos el deterioro de los suelos?

Es más sencillo de lo que parece. Sólo tenemos que transformar el actual modelo de producción agrícola por uno que sea más sustentable, es decir, que sea capaz de mantener y regenerar los suelos agrícolas, pero al mismo tiempo resulte productivo y rentable para los agricultores. Para conseguirlo, uno de los principales ejes de esta transformación se encuentra en el uso de la biotecnología, que no es más que el empleo del conocimiento que tenemos sobre los seres vivos para elaborar desarrollos tecnológicos que sean aplicados en la producción agrícola.

 

Entre estos desarrollos algunos de los más importantes son el empleo de productos basados en microorganismos del suelo, para formular los productos conocidos como biofertilizantes y biopesticidas. Estos son productos naturales y cuyo desarrollo consiste en realizar el aislamiento y la selección de los microorganismos más adecuados para la producción agrícola, así como el desarrollo del proceso de producción industrial.

Estos productos agro-biotecnológicos, tienen la capacidad de incrementar la productividad y la sustentabilidad de los cultivos gracias a que:

  • Incrementan la eficiencia en el uso de los fertilizantes (los fertilizantes son insumos altamente ineficientes y caros). En condiciones normales sólo se aprovecha alrededor del 30% del fertilizante aplicado y el 70% restante causa graves problemas de contaminación de los cuerpos acuáticos, de salinización del suelo y de incremento en las emisiones de gases de efecto invernadero, así que al incrementar su eficiencia se puede disminuir su uso significativamente y así minimizar los problemas que generan.
  • Son regeneradores del suelo. Los microorganismos del suelo son, junto con las plantas, los encargados de fabricar los suelos, por lo tanto son los regeneradores naturales de este recurso. Lo consiguen al fabricar moléculas capaces de recuperar la estructura dañada por el manejo intensivo del suelo, uniendo las partículas más pequeñas llamadas microagregados para formar gránulos más grandes (macroagregados). De esta forma se recupera la porosidad, la capacidad de retención de agua y diversas propiedades más relacionadas con la fertilidad de los suelos.
  • Mejoran la fertilidad y permiten aprovechar los nutrientes de difícil disponibilidad del suelo. Algunos problemas de fertilidad se deben a que los nutrimentos minerales no pueden ser aprovechados por las plantas si los microorganismos no les ayudan a hacerlos disponibles. Elementos como el nitrógeno, que se encuentra en el aire y que es transformado químicamente en amonio por las bacterias fijadoras de nitrógeno para su posterior aprovechamiento en el suelo, o como el fósforo, el potasio y los micronutrientes, que pueden estar atrapados en el suelo y que son liberados por los microorganismos solubilizadores o descomponedores.
  • Ayudan a mantener a los cultivos sanos, al fortalecer sus defensas y protegerlos contra plagas y enfermedades, estos microorganismos benéficos pueden ayudar a disminuir el uso de pesticidas tóxicos.
  • Ayudan a incrementar la materia orgánica de los suelos, permitiendo recuperar la fertilidad del suelo
  • Aumentan el secuestro de CO2 atmosférico, ayudando así a mitigar el cambio climático.

 

Gracias a estos beneficios, los productos biotecnológicos basados en microorganismos tienen el potencial de ayudar a mantener la producción de alimentos necesaria para una población creciente, sin comprometer la capacidad futura de nuestros suelos para producirlos y todo esto sin necesidad de abusar en el uso de agroquímicos tóxicos y altamente contaminantes.

 

Los suelos agrícolas son nuestra principal esperanza contra el cambio climático

Los suelos y su cubierta vegetal siempre han ayudado a regular el clima del planeta. Cuando el suelo tiene una cubierta vegetal, gran parte de la radiación solar se refleja de vuelta al espacio, lo que ayuda a regular el clima y, por el contrario, cuando el suelo se encuentra desnudo absorbe más calor.

 

Como se mencionó anteriormente, el suelo tiene una gran cantidad de materia orgánica, esta materia orgánica está compuesta principalmente por carbono. De hecho el cuerpo de todos los seres vivos está formado principalmente por dicho elemento. Este carbono es el mismo que contienen los combustibles fósiles (petróleo, gasolina, carbón) y es el mismo que se encuentra en el dióxido de carbono, el gas de efecto invernadero que estamos liberando en grandes cantidades y que provoca el cambio climático.

 

Sin embargo, el CO2 no es un gas tóxico como tal, de hecho, es un nutriente que las plantas aprovechan para obtener el carbono que necesitan para fabricar azúcar por medio de la fotosíntesis y posteriormente todas las moléculas de sus células, es decir toda su materia orgánica. El problema es que este gas ayuda a retener el calor en el planeta, por lo que su exceso es el que genera el sobrecalentamiento. Así que, para disminuir el CO2 de la atmósfera, todo lo que tenemos que hacer es fomentar la producción y conservación de la materia orgánica que producen nuestros cultivos, transformando así el problema del exceso de gases de efecto invernadero en una solución a la pérdida de fertilidad del suelo. La buena noticia es que esto es muy fácil de lograr mediante el uso de los Biofertilizantes microbianos, que estimulan el crecimiento de las plantas, ayudando a que capturen más CO2 y lo transformen en materia orgánica que eventualmente se acumulará en el suelo. Si a esto le sumamos su capacidad para incrementar la eficiencia de los fertilizantes y así reducir su uso, también disminuimos la huella de carbono que genera la fabricación, transporte y aplicación de estos insumos.

Por Cesar F. González Monterrubio, Arturo Jimenez-Martínez y Paula Medina-Morales

El combate al cambio climático, el suministro de agua, la producción de alimentos para la creciente población humana, la producción de energía limpia y de materias primas, y el mantenimiento de la biodiversidad, son algunas de las principales funciones de este valioso y, hasta ahora, ignorado recurso no renovable.

Día Mundial del Suelo

¿Sabías que en el suelo se encuentra la clave para solucionar algunos de los principales problemas de nuestra civilización?El combate al cambio climático, el suministro de agua, la producción de alimentos para la creciente población humana, la producción de energía limpia y de materias primas, y el mantenimiento de la biodiversidad, son algunas de las principales funciones de este valioso y, hasta ahora, ignorado recurso no renovable.#DíaMundialdelSuelo #Sustentabilidad #Ecología #Cambioclimático

Posted by Biofabrica Siglo XXI. Biofertilizantes on Thursday, December 5, 2019

El suelo es la fina capa de la superficie que sostiene a todas las plantas terrestres y, por lo tanto, a todos los seres vivos que dependen de ellas. Esto incluye a todos los animales terrestres, los microorganismos y por supuesto, al ser humano.

Para que el suelo funcione adecuadamente debe mantener ciertas características físicas y químicas, además de una intensa actividad biológica. Entre estas características destacan las siguientes:

  1. El contenido de materia orgánica: que son restos de animales y plantas descompuestos o en proceso de descomposición. Esta materia orgánica tiene una gran cantidad de Carbono.
  2. El contenido y disponibilidad de nutrientes: Todos los seres vivos tenemos los mismos bloques de construcción en nuestras células, los cuales son átomos de Carbono, Hidrógeno, Oxígeno, Nitrógeno, Fósforo, Azufre y muchos otros que se encuentran en pequeñas cantidades. Las plantas toman algunos de estos nutrientes del suelo, los cuales posteriormente pasan a los demás seres vivos cuando se las comen o cuando se comen unos a otros.
  3. La porosidad: que es indispensable para que el agua y el aire se infiltren en el suelo. Esta característica se mantiene gracias a que las partículas del suelo se encuentran empaquetadas en pequeños gránulos llamados agregados. Estos agregados además ayudan a proteger la materia orgánica, a los nutrientes minerales y a los organismos del suelo.
  4. La actividad biológica: que es llevada a cabo por una gran cantidad de animales pequeños y microorganismos, los cuales, junto con las plantas, ayudan a mantener todas las funciones antes mencionadas. Realmente el suelo es fabricado en conjunto entre las plantas y los demás seres vivos que habitan en el suelo, sin embargo, este proceso tarda miles de años, por eso se considera un recurso no renovable.

Todas las funciones del suelo dependen de que estás características se mantengan en óptimas condiciones. Con suelos fértiles y saludables, somos capaces de mantener la producción de alimentos, aprovechar el agua que se infiltra al subsuelo o fluye sin contaminantes a los ríos y lagos, producir materias primas y biocombustibles totalmente renovables, además de ayudar a mantener la biodiversidad que es imprescindible para nuestra propia subsistencia. Un ejemplo claro de esto es el mantenimiento de la población de abejas y otros polinizadores, sin los cuales no podríamos producir la mayor parte de los cultivos de los que dependemos.

Lamentablemente, en las últimas seis décadas hemos hecho lo contrario, con el surgimiento de la llamada “revolución verde”, que se basa en el incremento de la producción agrícola mediante el uso de fertilizantes químicos y pesticidas, además del uso de técnicas mecanizadas, hemos provocado la degradación acelerada de este valioso recurso.

Los suelos en México

En México contamos con una superficie territorial de 198 millones de hectáreas, de las cuales, se siembra en una superficie aproximada de 22 millones de hectáreas, todas ellas con algún nivel de degradación provocada por la actividad agrícola.

Como consecuencia de este mal manejo, también aumenta la pérdida de superficies naturales, ya que cuando las tierras deterioradas dejan de ser productivas, los agricultores transforman nuevas tierras a la agricultura para mantener el nivel de producción. Como consecuencia, para el año 2011, en México se habían transformado alrededor de 55.9 millones de hectáreas de vegetación natural a otros usos del suelo, es decir, cerca del 29% del territorio. Esto ha provocado que el 64% de nuestros suelos, presente algún grado de deterioro, y que sólo el 36% no tenga degradación aparente y mantenga actividades productivas sustentables.

Todo lo anterior se traduce en que, si no hacemos algo para revertir esta situación lo antes posible, la producción de alimentos, materias primas y la disponibilidad de agua se verán seriamente comprometidos en pocos años.

¿Por qué el suelo ayuda a regular el clima y por qué es tan importante para combatir el cambio climático?

Cuando el suelo tiene una cubierta vegetal, gran parte de la radiación solar se refleja de vuelta al espacio, lo que ayuda a regular el clima y, por el contrario, cuando el suelo se encuentra desnudo, absorbe más calor.

Pero además, el suelo tiene una gran cantidad de materia orgánica, esta materia orgánica tiene una gran cantidad de carbono, de hecho el cuerpo de todos los seres vivos está formado principalmente por carbono. Este carbono es el mismo que contienen los combustibles fósiles (petróleo, gasolina, carbón) y es el mismo que se encuentra en el dióxido de carbono, el gas de efecto invernadero que estamos liberando en grandes cantidades y que provoca la aceleración del cambio climático.

El suelo tiene un gran potencial de almacenar carbono en forma de materia orgánica, para lograr esto, sólo necesitamos un manejo adecuado que permita que se almacene más materia orgánica de la que se descompone, transformando así el problema del exceso de gases de efecto invernadero en una solución a la pérdida de fertilidad del suelo. Por el contrario, seguir con un manejo inadecuado, como el que hemos realizado en las últimas seis décadas, provoca que la materia orgánica del suelo se descomponga transformándose en dióxido de carbono y contribuyendo al incremento del cambio climático y a la degradación de nuestros suelos.

¿Cuál es la solución?

Es más sencillo de lo que parece. Sólo tenemos que transformar el actual modelo de producción agrícola por uno que sea más sustentable, es decir, que sea capaz de mantener y regenerar los suelos agrícolas, pero al mismo tiempo, que resulte productivo y rentable para los agricultores. Para conseguirlo, uno de los principales ejes de esta transformación se encuentra en el uso de la biotecnología, que no es más que el empleo del conocimiento que tenemos sobre los seres vivos para elaborar desarrollos tecnológicos.

Entre estos desarrollos, algunos de los más importantes son el empleo de productos basados en microorganismos, como biofertilizantes y biopesticidas. El desarrollo de estos productos se basa en el aislamiento y selección de los microorganismos naturales más adecuados para la producción agrícola, así como para el desarrollo del proceso de producción industrial.

También destacan el desarrollo de técnicas para procesar adecuadamente las fuentes de materia orgánica producidas a partir de recursos regionales y de la industria alimentaria, como son: desechos de granjas, residuos de fábricas de alimentos y bebidas, residuos orgánicos de las ciudades, entre muchos otros.

Estos desarrollos agro-biotecnológicos, apoyados con el uso de otras prácticas de conservación del suelo, tienen la capacidad, no sólo de mantener los niveles de producción actuales, sino de superarlos, reduciendo drásticamente el uso indiscriminado de agroquímicos tóxicos y altamente contaminantes. De esta forma podemos aumentar la seguridad alimentaria, es decir, nuestra capacidad de producir a alimentos, sin necesidad de destruir uno de los recursos más valiosos e imprescindibles para la subsistencia de las poblaciones humanas: el suelo.

 

Por Cesar González y Paula Medina

El mundo de hoy presenta dos problemática comunes sobre las cuales debe trabajar la agricultura moderna: la producción de alimentos y las prácticas orientadas a la sustentabilidad del medio ambiente.
La producción agropecuaria actual, implica un deterioro, una depreciación del capital productivo y el medio ambiente, en donde para sostener una mayor productividad se aplican más insumos como fertilizantes químicos y plaguicidas, lo que ocasiona:
1. Erosión, perdida de la materia orgánica, perdida de la biodiversidad.
2. Extracción neta de nutrientes del suelo.
3. Contaminación con agroquímicos, del suelo, agua, flora y fauna, así como del aire
En base a un reconocimiento de las necesidades económicas, sociales, biológicas y ambientales de la humanidad y al agotamiento de los recursos naturales y la degradación ambiental se deben de plantear nuevos esquemas de producción agrícola que permitan una mayor productividad en una mínima superficie y con el menor daño al medio ambiente. Que le den igual importancia al capital monetario como al capital biológico ya que si no se considera este último a mediano y largo plazo las perdidas serán mayores e irreversibles. Entendiendo a la naturaleza como una fuente de recursos limitada y no renovable.
El uso de la tierra y la adopción de tecnologías son los dos factores que el productor controla para aumentar su productividad y mejorar su beneficio económico. Pero esos dos factores son también causa de un costo ambiental que a menudo resulta tanto involuntario como desconocido, debiéndose considerar no solo la relación costo – beneficio si no también la relación beneficio económico – costo ambiental.

Como ejemplo es la perdida de la fertilidad de los suelos. Si esta perdida fuera valorada en términos económicos y tomada como un costo real del sistema de producción, la rentabilidad real de la parcela es menor que la estimada en un análisis económico convencional.
Se necesita hacer frente a la situación actual que es cada vez más vulnerable en cuanto a lo que implica el cambio climático, la disminución de la capa de ozono y las constantes catástrofes naturales.
Se debe de promover un conocimiento integral de los sistemas de producción que permitan mejorar y optimizar los recursos naturales y los factores ambientales necesarios para la producción de alimentos de manera limpia y sustentable.
Los avances de la ciencia en este campo, dan pauta para un nuevo marco de interacciones en donde los diversos actores involucrados se comprometan a socializar la información y las herramientas tecnológicas necesarias para obtener cosechas abundantes, armonizando relaciones costo – beneficio con un adecuado punto de equilibrio ambiental.
La Agrosustentabilidad tiene como principal objetivo: la conservación del suelo que es el recurso más importante de los sistemas agroproductivos.
Un sistema de producción Agrosustentable, se apoya básicamente en tres prácticas:
La siembra directa: como una alternativa disponible para bajar costos -menor consumo de combustible y menor demanda de equipamiento- mientras se reduce la pérdida de suelo y se mejoran sus propiedades, permitiendo obtener rendimientos estables.
La rotación de cultivos: debe incluir cultivos que proporcionen gran volumen de
rastrojos, como es el caso del maíz y del sorgo ya que aportan materia orgánica y permiten reponer parte de los nutrientes, para mantener el sistema agroproductivo, más allá de los fertilizantes que puedan agregarse para suplir a los nutrientes deficitarios
La reposición de nutrientes: La necesidad de reponer los nutrientes que se extraen con la intensificación de las prácticas agrícolas y el monocultivo, debe considerarse una inversión indispensable para que el recurso natural suelo sea realmente renovable en el tiempo.
El uso de recursos para la agricultura que sean sustentables y amigables con el medio ambiente también es esencial para conservar el suelo, la aplicación de productos orgánicos como la composta o de biofertilizantes como el Azospirillum o el Rhizobium ayudan a la regeneración de suelos además de que como insumos agrícolas, ayudan a la producción sin contaminar, disminuyendo costos e incrementando rendimientos en cultivos.
A través del conocimiento de estas técnicas y su implementación en la agricultura podremos comenzar a mejorar las condiciones de producción, atendiendo las necesidades de nuestra proveedora principal de bienes, servicios y recursos. La naturaleza.

Para que se forme un suelo fértil es necesario que pasen millones de años. Sin embargo, puede perderse en poco tiempo, si no existe vegetación o materia orgánica que lo cubre éste será arrastrado por el agua y el viento.
El suelo se forma por la acción de diferentes fuerzas (químicas, físicas y biológicas) sobre la materia que le da origen, que es la roca basal. El suelo es un sistema dinámico que se encuentra en continua transformación. Hay que destacar que son los microorganismos como hongos , entre ellos la Micorriza, y bacterias quienes ayudan en la formación del suelo, degradando las rocas y produciendo gomas que le dan estructura. Posteriormente, otros organismos como los líquenes y musgos colonizan la roca facilitando en el proceso la formación del suelo. Más adelante, otros organismos como lombrices, plantas arbustivas y árboles lo colonizarán y el suelo seguirá formándose.
Existe una diversidad de pequeños sitios que son muy variables uno de otro en la composición del suelo. Se ha dicho que un centímetro de suelo es diferente al centímetro aledaño y que un gramo de suelo puede contener miles o millones de especies de microbios. Existe una gran diversidad de suelos, éstos son diferentes en su textura, porcentaje de materia orgánica, capacidad de retención de humedad, minerales, tamaño de las partículas que lo forman, entre otras características.

La composición del suelo se divide en tres fases: acuosa (agua), gaseosa (aire) y sólida. La parte sólida está formada por dos tipos de compuestos, la materia orgánica y los compuestos inorgánicos. De manera general, un suelo agrícola tendrá entre 15 – 35% de agua, de 1 – 5% de materia orgánica (un suelo muy fértil), un 45% aproximadamente de minerales y el resto será aire.
La parte inorgánica, en forma de arcillas, contiene minerales que aportan nutrientes a las planta, en ellas se encuentran compuestos capaces de interactuar con el agua en el suelo.
Los dos elementos más abundantes en el suelo son oxígeno (aproximadamente 45%) y silicio (aproximadamente 27%) el resto corresponde a más de 90 elementos como aluminio, hierro, calcio, sodio, potasio y magnesio. Las plantas dependen de los minerales del suelo para vivir y son tomados a través del agua, pues algunos son capaces de disolverse en esta y así son transportados al interior de las plantas.
Otros minerales se encuentran en forma no soluble en la materia orgánica y en la parte inorgánica del suelo y para ser tomados por las plantas requieren ser solubilizados mediante un proceso de “intercambio catiónico” en formas solubles. En el suelo hay proceso físicos y químicos que permiten la solubilización de los minerales, pero también existen procesos biológicos como aquellos llevados por los biofertilizantes, los cuales contienen bacterias fijadoras de nitrógeno como el Rhizobium Etli o el Azospirillum Brasilense y por hongos como la Micorriza, estos aportan a las plantas de manera natural los nutrientes que no pueden solubilizar por su cuenta.
Es muy importante conservar el suelo para mantener la productividad, pues cuando la capa superior se pierde hay menor retención de agua y las raíces ya no tienen soporte, se pierde la materia orgánica, el nitrógeno, el fósforo y otros elementos y nutrientes. El suelo se endurece y las raíces no pueden entrar más profundamente, lo que les impide tomar más recursos.
Para evitar que el suelo se elimine, se debe mantener vegetación en él, usando árboles o cultivos perennes, con rotación de cultivos o bien, dejando residuos de la cosecha anterior, el objetivo es que siempre haya una cobertura vegetal en el suelo agrícola.
El uso de composta en conjunto con los biofertilizantes ayudan a que el suelo se pueda regenerar paulatinamente aportándole la materia orgánica necesaria para su productividad.
La rotación de cultivos, además de conservar el suelo tiene otras ventajas, permite un manejo integral de plagas, pues se rompen los ciclos de vida de los patógenos y plagas que afectan los cultivos.
Extraído del Manual Teórico – práctico: Los Biofertilizantes y su uso en la Agricultura. SAGARPA – COFUPRO – UNAM. México, D.F. 2013.

El deterioro de los recursos naturales se observa ya en el 90% del territorio nacional. La sequía, resultado del cambio climático, ya causó en el sector agropecuario daños por casi 100 mil millones de pesos en solo dos años y podría empeorar si no se actúa de inmediato, aun cuando se detuviera el deterioro causarán estragos en los próximos 40 años, por lo que se requiere modificar el esquema agropecuario del país, incluyendo el cuidado a los recursos naturales, es por esto que 20 organizaciones agropecuarias han planteado al actual gobierno un nuevo pacto para el campo, a fin de “ diseñar una reingeniería* de producción agropecuaria: “…ya no podemos sembrar lo que antes se sembraba y se tiene que meter en orden todo el sistema de uso de los recursos naturales.”, advirtió Raúl Pérez Bedolla, del Congreso Agrario Permanente.
Para este año el gobierno federal destina al Programa Especial Concurrente para el Desarrollo Rural Sustentable más de 300 mil millones de pesos, de los cuales solo el 0.5% ( 1,440 millones) serán canalizados a la vertiente agraria. “Presupuesto que fue aprobado para afrontar los retos agrícolas en el país, sin considerar los efectos negativos de la sequía y de las heladas que prácticamente ya acabaron con la crianza de ganado y con los cultivos de maíz en Durango y Zacatecas, situación que podría repetirse en Sinaloa, Sonora, Chihuahua y otros estados del norte del país.”

Una colocación y uso racional de los recursos naturales en donde se de prioridad a las actividades primarias teniendo como base la producción agraria, ya que sin alimento no hay vida, es primordial para poder hacer frente a la situación actual, aunado al uso de alternativas a favor de la naturaleza, como lo es el uso de los fertilizantes biológicos, los cuales contribuyen a una producción menos dañina tanto para las plantas y el suelo como para el planeta.
* Reingeniería se entiende como un cambio drástico en el rediseño y la reconcepción fundamental de los procesos.
Fuente:
https://www.jornada.unam.mx/2013/06/11/sociedad/038n2soc

Por César González y Juan Carlos Peña*

El suelo es el sustrato sobre el que se sostienen todos los ecosistemas terrestres y el principal sostén productivo que mantiene la provisión de alimentos a las poblaciones humanas. Su calidad depende de sus propiedades fisicoquímicas y de la actividad y diversidad de su biota. El suelo y su biota interactúan en la interfase raíz-suelo, en la zona conocida como rizósfera, que es un microcosmos dinámico con un ambiente químico y biológico claramente distinto al resto del suelo, (Lynch 1990; Azcón-Aguilar y Barea 1992; Kennedy y Smith 1995; Bowen y Rovira 1999).

El suelo posee una infinidad de características, no obstante, algunas son más importantes para el desarrollo de los seres vivos: 1) La porosidad, la cual permite el paso de aire y agua en el interior del suelo, elementos esenciales para el desarrollo de los microorganismos y las plantas. 2) Su estructura, que depende del arreglo o configuración de sus partículas, compuestas por diferentes cantidades de arena, limo y arcilla, unidas entre sí, formando lo que se conoce como agregados. La importancia de los agregados radica en que determinan el grado de porosidad del suelo, necesaria para la infiltración de agua y para la aeración de las raíces (Wright y Upadhyaya 1998).

3) La disponibilidad de nutrientes, necesaria para el crecimiento vegetal, 4) El contenido de materia orgánica, que mejora la fertilidad, y 5) La actividad microbiana, que intervienen en distintos procesos vitales para el ecosistema como el ciclaje de nutrientes, la fertilidad del suelo, su estructura y el crecimiento vegetal.

Que el suelo se encuentre en buenas condiciones es uno de los condicionantes principales para la productividad agrícola. No obstante, sus prácticas provocan el deterioro del  suelo a través del establecimiento de monocultivos que disminuyen la fertilidad, del arado que destruye las partículas del suelo, de la falta de una cubierta vegetal permanente, que favorece su erosión, del uso de pesticidas y agroquímicos, que provocan la salinización, la contaminación del suelo y del agua,  además del uso de otros químicos nocivos que afectan a las poblaciones microbianas y a la producción de alimentos.

En condiciones naturales, el suelo cuenta con una comunidad de microorganismos, que junto con las plantas y otros organismos (como insectos, arácnidos, anélidos, entre otros) mantienen al suelo con un adecuado balance para el desarrollo del ecosistema. En este sentido existen algunos grupos de microorganismos con una alta capacidad como restauradores del suelo. Entre estos microorganismos unos de los más importantes son los hongos formadores de micorriza, también llamados hongos micorrízicos.

Los hongos micorrízicos intervienen en la conservación del suelo mediante distintos mecanismos. Al mejorar la absorción de nutrimentos de las plantas aumentan la productividad vegetal, lo que permite que exista una mayor cantidad de materia orgánica, que cuando se descompone se integra en el suelo, mejorando entre otras propiedades la fertilidad, la capacidad de intercambio catiónico y la capacidad de retención de agua. Consecuentemente, los hongos micorrízicos, cambian la composición de los exudados de la raíz, que sirven de alimento para otros microorganismos rizosféricos esenciales para el crecimiento vegetal y para el ciclaje de nutrientes.

Los organismos benéficos son conocidos por desempeñar papeles fundamentales en el suelo (Barea 1997), particularmente el grupo de las bacterias entre los que destacan las rizobacterias y las bacterias fijadoras de nitrógeno, conocidas por su habilidad para colonizar a la raíz y promover el crecimiento vegetal. Este grupo de organismos desempeñan muchos papeles importantes, tales como el control biológico de patógenos, el ciclaje de nutrientes, el establecimiento de las plántulas y la mejora en la calidad del suelo (Weller y Thomashow 1994; Barea et al. 1998; Barea 2000; Barea et al. 2002).

Las bacterias fijadoras de nitrógeno y las solubilizadoras de fósforo mejoran la disponibilidad de dos de los nutrientes principales para las plantas el Nitrógeno (N) y el Fósforo (P). Las relaciones sinérgicas entre estos microorganismos y los hongos micorrízicos han sido ampliamente demostradas. La inoculación con hongos micorrízicos mejora la nodulación en leguminosas y la fijación de nitrógeno (Barea et al. 1992). La bacteria del género Azospirillum influye sobre la morfología, geometría fisiología del sistema radical, además de promover el crecimiento de la planta y la fijación de nitrógeno.

Ha sido demostrado también, que Azospirillum puede aumentar la formación de la simbiosis micorrízica y su respuesta, mientras que los hongos micorrízicos puede mejorar el establecimiento de Azospirillum en el suelo (Volpin y Kapulnik 1994). Por lo tanto el manejo de dichas interacciones provee un enfoque prometedor para el desarrollo de tecnologías para la producción agrícola (Bethlenfalvay y Linderman 1992; Gianinazzi y Schüepp 1994; Jeffries y Barea 2001) y para la restauración de suelos degradados, ya que además de promover el crecimiento vegetal, intervienen en el ciclaje de nutrientes,  de vital importancia para el mantenimiento de la fertilidad del suelo.

Actualmente, Biofábrica Siglo XXI, cuenta con una línea de biofertilizantes elaborados con base en bacterias como el Azospirillum brasilense, Azofer, Rhizobium etli, Rhizofer y hongos como los de Micorriza del género Glomus, Micorrizafer, los cuales han sido probados y avalados por su efectividad, beneficiando tanto la productividad en la agrícultura como a la regeneración de los suelos en México.

* Maestros en Ciencias e investigadores de Biofábrica Siglo XXI.