El Trigo de Punta a Punta

Expertos de todo el país hablan de cómo encararlo este año. El manejo, las novedades y la comercialización.

Por Juan Martínez Dodda
MAR DEL PLATA. ENVIADO ESPECIAL

Como sin querer mirar demasiado lo que ocurre en las pizarras (en realidad, con la comercialización), el trigo avanza a paso firme en el laboratorio (con genética y desarrollo biotecnológico) y en el lote (ajustando manejo). “Con las herramientas disponibles aún nos queda mucho por crecer”. Así lo transmitieron importantes referentes de la producción triguera nacional consultados por Clarín Rural , quienes avizoran un futuro auspicioso para el cereal de invierno y brindaron interesantes consejos para seguir creciendo.

Emilio Satorre, coordinador académico de la Unidad de Investigación y Desarrollo de AACREA, afirmó que hay tres razones para insertar definitivamente el trigo a los sistemas de producción. “La cobertura que da a los demás sistemas productivos y permite una mejor administración del agua; el aporte de materia orgánica; y la contribución a la diversificación de los planteos, reduciendo el riesgo de las empresas”.

El reconocido consultor Jorge González Montaner también hizo referencia a la importancia del agua para el cultivo de trigo. Y alertó: “Con 20 centímetros seco en el suelo está bien, pero es difícil que las raíces logren superar las dificultades si hay 50 centímetros o más”. Para moderar esto, Montaner recomendó trabajar con las densidades. “Cuando se baja de 3.500 kg/ha es mejor usar densidades 30% menores que las normales”, dijo.

Montaner destacó los resultados obtenidos a partir de la utilización de curasemillas y promotores de crecimiento (PGPR, según su sigla en inglés) que activan el desarrollo radicular a través de hongos (micorrizas) o bacterias (azospirillum, pseudomonas, etc). “Son muy buenos los resultados con curasemillas cuando llega el momento de macollaje y con promotores se obtiene de 4% a 8% de aumento en rendimiento”, dijo.

“El trigo, en realidad, se llama trigo/soja (de segunda), y esto es así en todas las regiones del país e incluso en el sudeste de Buenos Aires, a pesar de ser un lugar en donde la soja de segunda tiene un comportamiento errático muy asociado a la fecha de siembra”, remarcó Pablo Calviño, encargado de vislumbrar el panorama para el cereal en el sudeste bonaerense, durante el último congreso A todo Trigo, realizado la semana pasada en Mar del Plata.

Entre los elementos destacados para lograr un buen “combo”, Calviño destacó, en diálogo con Clarín Rural , que “cada ambiente tiene su fecha ideal de siembra”. Por eso, “es importante dejar de trabajar de alambre a alambre y empezar a tener en cuenta la posición topográfica y el riesgo de heladas”. Traducido en plata, “si se adelanta un mes la fecha de siembra, la cosecha puede adelantarse unos siete días y eso representa unos 70 dólares/ha más”, indicó.

Otro tema importante a tener en cuenta es el sanitario. “Las variedades que se usan actualmente están teniendo problemas de infestaciones tempranas, de modo que el productor ya no puede quedarse tranquilo con la tradicional aplicación en hoja bandera. Hoy hay que monitorear y pensar que puede hacerse en dos nudos”, advirtió Calviño. Pero a futuro, el consultor destacó la rentabilidad que da hoy lograr una buena “tecnología de procesos”; esto es, “lograr la mejor combinación de las tecnologías ideales para cada ambiente”.

En el oeste bonaerense, el asesor Gustavo Duarte consideró fundamental definir la estrategia según el porcentaje de arena de los suelos: “Con más del 70% de arena hay que pensar en rindes bajos y buscar un cultivo más defensivo”. Otros de los elementos que pesan a la hora de decidir el rendimiento alcanzable son el agua a la siembra (“hay que medir, porque es lo que explica el 30% de la variabilidad de los rendimientos”), las coberturas (“hemos detectado pérdidas de 12% del rendimiento en lotes que tienen más de 10 toneladas de cobertura”) y nutrición (“la secuencia fósforo, nitrógeno y azufre, es importante, pero también potasio en caso de ser necesario, promotores de crecimiento y zinc como valor exploratorio”).

Duarte consideró que a pesar del crecimiento de la agricultura en la región, “todavía, cuando uno compara el rendimiento potencial con el cosechado, la diferencia es de aproximadamente una tonelada”. Y concluyó: “Es una brecha que se puede achicar con el paquete de herramientas disponible”.

Guillermo Bernaudo, asesor del CREA La Paz, Entre Ríos, se refirió a la rentabilidad del trigo en esa provincia. Las 250.000 hectáreas sembradas con el cereal representan solo el 2% o 3% del total implantado en la provincia y “podrían duplicarse tranquilamente”.

Bernaudo consideró que el esquema trigo-soja de segunda asoma con “muy buena rentabilidad” esta campaña, “superando al maíz, que también tiene buenos números”. Advirtió, de todos modos, que “no hay que cebarse con planificar una cantidad de hectáreas que luego no se puedan sembrar en fecha, como ocurrió los últimos dos años”, porque “se termina afectando a la soja, un jugador clave en la dupla, que pierde 200 o 300 kilos si se siembra a comienzos de diciembre en vez de a fines de noviembre”. En cuanto a enfermedades, claves en la zona, Bernaudo destacó que una buena forma de cuidarse de ataques de fusarium es diversificando variedades y fechas de siembra.

Fuente: Clarin.com, Argentina, 13 de mayo de 2011.

Marcel Morales Ibarra

Nuestra agricultura no puede concebirse al margen del maíz. Actualmente, el 40% de la superficie agrícola se destina a este cultivo y se producen 24 millones de toneladas que se destinan a la alimentación de los mexicanos. Adicionalmente, se importan 8 millones de toneladas de maíz amarrillo para el consumo animal.

Aun cuando el maíz se cultiva en todas las regiones, más del 80% de la producción se concentra en sólo 10 estados, siendo Sinaloa el productor más importante, aportando una cuarta parte de la producción nacional. Lo realmente significativo de ésta es su oportunidad. La producción nacional  se divide en dos ciclos agrícolas: primavera-verano y otoño-invierno. El primero es el más relevante, aporta el 75 por ciento del volumen total y su cosecha se da en los meses de  noviembre-diciembre. Así, el primer semestre del año no hay mayores sobresaltos en el abasto; el problema inicia a partir del segundo semestre, y es aquí cuando entra la producción de Sinaloa.

El sorpresivo e inédito desastre agrícola en Sinaloa tendrá repercusiones nacionales, ya que significa una seria amenaza de desabasto. De las 472 mil hectáreas sembradas de maíz, se siniestraron 450 mil. Este daño representa una pérdida de al menos 5 millones de toneladas.

Lo único que se les ha ocurrido a las autoridades para enfrentar el desastre es la resiembra de maíz en Sinaloa. Esta medida evitará el desabasto, ya que permitirá recuperar la capacidad productiva perdida, se dice. La propuesta es resembrar 300 mil hectáreas. Por decir lo menos, ésta es una pálida respuesta a la magnitud del desastre, ya que de ningún modo exorciza el problema.

En primer lugar, la meta de 300 mil hectáreas es prácticamente inalcanzable, ya que esto significa echar a andar una pesada burocracia institucional, para el pago de seguros y el financiamiento, que simplemente no tendrán capacidad de respuesta, como el propio Presidente Calderón lo advirtió el pasado 23 de febrero; en segundo lugar, la agricultura no es una industria donde se controlen los factores de la producción. No se puede estar sembrando cuando se desee, existen claramente definidos calendarios de siembras por regiones y por cultivos, y sembrar fuera de estas fechas significa correr un alto riesgo, cuando no un esfuerzo vano. La fecha óptima de siembra de maíz en Sinaloa es el mes de noviembre, conforme se alejan estas fecha los riesgos productivos y económicos son mayores. En el mes de febrero prácticamente nadie siembra, ya que se considera un sinsentido. No hay que olvidar que Sinaloa es el estado agro empresarial más desarrollado, y para cualquier empresario los riesgos tienen un límite.

Existen muchas otras opciones, más allá de la resiembra, que se pueden, y deben emprender de inmediato. Para ello se requiere más imaginación y decisión de nuestras autoridades.

Una medida inmediata es armar un programa emergente de estímulos reales para la siembra de maíz en marzo en aquellas entidades que cuenten con riego y cuyas condiciones agro climatológicas lo permitan, como es el caso de Tamaulipas, San Luis Potosí, Veracruz, Zacatecas, etc.; por otro lado, se deben de estimular las siembras tempranas, marzo-abril, en aquellas regiones de buen temporal, que por diversas razones, principalmente por problemas de líquidez, se posponen  hasta ya muy entrado el ciclo.  Es importante señalar que deben tener una atención especial aquellos estados que padecen un crónico problema de abasto de maíz, como es el caso de Oaxaca, y en general las regiones más marginadas del País.

Sin duda, el desastre agrícola que estamos viviendo es grave, pero existen alternativas para enfrentarlo. Lo primero que se debe de tener claro, es que estamos frente a un problema que debe asumirse como  responsabilidad de Estado. Esto significa que el desastre de Sinaloa se tiene que ver como un problema nacional y no limitado a esta entidad.

El autor es empresario, egresado de la Universidad de Chapingo, doctor en Sociología y experto en temas relacionados con la agricultura.

* Artículo publicado por el Diario Reforma el 8 de marzo de 2011.

En las últimas décadas, la so­ciedad mexicana ha experi­mentado una transformación social y económica sin precedentes en su historia, situación que ha influido en el ámbito de su productividad y consumo alimentario. Como conse­cuencia estos cambios se reflejan en el abandono de tierras fértiles, resultado de la migración de campesinos; la pérdida de capacidad productiva, la degradación de los recursos naturales y la debilidad de la cohesión social rural.

A principios de la segunda década del siglo XXI, la principal consecuen­cia de estos fenomenos fue la men­guada competencia del sector agrícola para responder a la demanda alimen­ticia de la nación.

Con el objetivo de generar un espacio para analizar y discutir la situación del agro en el contexto na­cional e internacional, así como para construir propuestas que impulsen su desarrollo, la Coordinación de Humanidades de la Universidad Na­cional Autónoma de México (UNAM), instituyó el «Seminario permanente Agro Mexicano en el siglo XXI».

Coordinado por Gerardo Torres Salcido, investigador del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH), y por Marcel Morales Ibarra, director de BIOFABRlCA SIGLO XXI, S. A. de C. V., el seminario desa­rrollará en su primera fase los temas: «EI agro en el siglo XXI»; «Situacion actual y perspectivas»; «Te­nencia de la tierra y nuevos sujetos pro­ductivos»; «Rezagos sociales», y «Políticas públicas y desarrollo».

Al inaugurar los trabajos del semina­rio, Estela Morales Campos, coordinado­ra de Humanidades, senaló la importancia que tiene para la maxima casa de estudios disefiar y realizar actividades académicas que aborden con profundidad la condi­ción actual del campo.

Agregó que «este tipo de reuniones es el mejor conducto para hacer llegar la voz de los especialistas y de los prin­cipales involucrados en la problemáti­ca a aquellos que toman decisiones».

En relación con lo anterior, Mora­les Campos ponderó la convocatoria plural de las sesiones: «es importante ver la situación del campo desde diferentes perspectivas, como la aca­démica, la de pequenos y grandes productores, la de empresas, la de asociaciones campesinas», y acentuó la relevancia de la participación de re­presentantes del Congreso: «la presen­cia de legisladores es muy importante, porque ellos tienen la facultad de normar las acciones a favor del agro mexicano » .

Al tomar la palabra, el también secretario de Vinculación e Investi­gación de la Coordinacion de Hu­manidades, Gerardo Torres Salcido, dijo que el sector agrario requiere de una acuciosa revisión en los aspectos que determinan su estructura, por lo que el seminario se erige como un ejercicio de vinculación desde la UNAM entre académicos, empresarios, productores y tomadores de deci­siones, con la perspectiva de generar propuestas para potenciar la capaci­dad de desarrollo de los productores del campo.

EI «Seminario permanente Agro Mexicano en el siglo XXI» tendrá como sede la Coordinación de Humanidades y sesionará en su primera fase una vez por mes, de enero a octubre de 2011. Participarán especialistas e investi gadores de la UNAM, de la Comision Económica para América Latina (CEPAL), de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentacion (FAO), del Instituto Interamericano de Cooperacion para la Agricultura (IlCA), del Consejo Nacional Agropecuario (CNA), de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA), y de las cámaras de Diputados y de Senadores, entre otras dependencias académicas, empresariales y gubernamentales.

Para Marcel Morales Ibarra, agronómo de la Universidad de Chapingo y doctor en Sociología por la UNAM, así como director general de BIOFABRICA SIGLO XXI, el «Seminario permanente Agro Mexicano en el siglo XXI » es el producto de una serie de actividades académicas realizadas en el CEIICH y otras entidades de la UNAM, y expresó que «debido a estos trabajos nos hemos percatado que existe una reticencia para abordar la problemática de la producción del agro en México».

«A pesar de que se ha relegado el terna del campo, su discusión es de vital importancia para cualquier nación, pues existen indicadores de que en el futuro inmediato el abasto alimentario entrará en una crisis de complejidad mayúscula».

«La situación alimentaria de México –continuó Morales Ibarra- es alarmante. En la década de los setentas el campo mexicano producía para cubrir las necesidades alimentarias del país y para exportar un porcentaje considerable de esa producción. Desde hace cuatro décadas se perdió gradualmente no solo la  capacidad de exportación de nuestras cosechas, sino también la capacidad de respuesta productiva a las demandas de la nación».

Según Morales Ibarra, México importa hoy el 30% de su consumo agrícola, situación que organismos internacionales como la FAO e IlCA consideran dramática, sobre todo porque esa dependencia tiende a crecer de manera acelerada.

Otra arista de este problema es la pobreza. En el territorio nacional el 50% de la población considerada en estado marginal se encuentra en el campo. La paradoja es evidente: la gente que no tiene posibilidad de adquirir los alimentos es la que los produce o debería producirlos; esto en un contexto en el que los alimentos se encarecen cada día, pues de acuerdo con cifras proporcionadas por el sociólogo, en 2010 el precio de los alimentos básicos como el maíz, el trigo y la soya, se incrementó a nivel internacional a razón del 60% el primero, y 50% los dos restantes.

A juicio de Marcel Morales, uno de los primeros pasos es detectar donde se tiene que actuar estrategicamente y emplear de inmediato acciones específicas que insentiven la productividad del agro.

Y argumentó: «En los últimos 10 años los recursos públicos destinados al campo se incrementaron en una tasa del 14% anual en términos reales. Esto implica un crecimiento importante; sin embargo, esa inversión solo ha logrado un incremento en la producción de 2%. En buena medida, lo anterior indica que el problema en el campo más que de recursos es la ausencia de un proyecto».

Biofábrica Siglo XXI es una empresa mexicana que articula el trabajo de investigación en la produccion agropecuaria. BIOFABRICA SIGLO XXI estableció un convenio con el Centro de Ciencias Genómicas (CCG) de la UNAM, para la fabricación, difusión, investigación y comercialización de biofertilizantes, como una alternativa económica, productiva y ecológica en la industria agrícola. (LA REDACCIÓN).

Entrevista publicada por Coordinación de Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Febrero de 2011/Año VII, Número 56

Por Miriam Ramírez

La Semana de la Ciencia y la Innovación, celebrada este año del 22 al 26 de noviembre, en el Palacio de Minería y realizada por el Gobierno de la Ciudad de México, a través del Instituto de Ciencia y Tecnología, con la participación de la Academia Mexicana de Ciencias, el Foro Consultivo Científico y Tecnológico, instituciones de educación superior e investigación, así como la cúpula empresal tanto nacional como internacional, tuvo una reunión exitosa.

En el evento, se debatió el impacto del uso de la ciencia, la tecnología y la educación como vías primordiales para dar solución a los problemas sociales. Asímismo, se llevó acabo la exhibición de carteles que resumían los resultados de los proyectos de investigación científica, que investigadores mexicanos realizaron con motivo del Programa Estancias de Jóvenes en empresas del Distrito Federal, el cual otorgó becas en el 2009.

Durante la clausura de la Semana de la Ciencia y la Innovación, la Maestra en Ciencias, Yazmín Rivera Uria, becaria de la empresa mexicana Biofábrica Siglo XXI, fue distinguida con una medalla de plata conmemorativa por el cartel “Evaluación de los tres Biofertilizantes Glomus intraradices, Rhizobiu etli y Azospirillum brasilense en la bioremediación de los distintos tipos de suelos agrícolas”, obteniendo el Primer Lugar.

“Nunca me imaginé que me otorgarían el Primer Lugar, fue una sorpresa”, comentó Yamín Rivera, Maestra en Ciencias de la Tierra.

Biofábrica Siglo XXI, felicita a la M. en C. María Yazmín Rivera Uria por su trabajo y el reconomiciento obtenido.

CARTEL GANADOR


VIDEO: «Premiación durante la Semana de la Ciencia y la Innovación

El pasado 28 y 29 de octubre se celebró por sexta ocasión el “Día del Cañero Morelense” en las instalaciones del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), campo experimental Zacatepec, en el Estado de Morelos.

En el marco de este aniversario se realizaron una serie de pláticas, talleres y recorridos a parcelas demostrativas para dar a conocer diversos productos enfocados a la producción de la caña de azúcar tales como los biofertilizantes generados por Biofábrica Siglo XXI, “Micorrizafer y Azofer”, así como abonos orgánicos, fertilizantes químicos, herbicidas, entre otros productos para el control de plagas.

Durante la inauguración del evento se resaltó la importancia de la unión entre las diferentes organizaciones de productores cañeros con el objetivo de obtener los mejores rendimientos en la producción de caña de azúcar,  además de la necesidad de la continua transferencia de tecnología resultado de las investigaciones que se realizan en el campo experimental Zacatepec del INIFAP, y de las propias parcelas demostrativas de los productores de caña.

Los resultados obtenidos en las percelas demostrativas a los que se les aplicaron los biofertilizantes MicorrizaFer y Azofer, fueron centro de atención, debido a que éstas han alcanzado rendimientos de entre 149 hasta 192 toneladas por hectárea, por arriba de la media en el estado de Morelos, la cual oscila entre las 105 a 110 toneladas por hectárea.

Cabe señalar que además de los beneficios del uso de los productos MicorrizaFer y AzoFer en cuanto a rendimiento en producción de la caña de azúcar, se encuentra una reducción de un 25 a un 50 % en la aplicación de los fertilizantes químicos, lo que representa un ahorro económico para los mismos productores además de una reducción de las sustancias químicas que van a contaminar el suelo y el agua,  sin duda un impacto negativamente menor al medio ambiente.

Bifábrica Siglo XXI felicita a los Cañeros Morelenses y refrenda su compromiso con el campo mexicano y con el medio ambiente.

Juan Carlos Becerril

Investigadores mexicanos se incorporan a Biofábrica Siglo XXI

El Gobierno del Distrito Federal inició en 2009 el “Programa Estancias de Jóvenes en empresas del Distrito Federal”, participando con el Instituto de Ciencia y Tecnología del Distrito Federal (ICyTDF), que permitió a las empresas incorporar a jóvenes investigadores a través de becas para desarrollar proyectos tecnológicos y de innovación.

Biofábrica Siglo XXI, en favor del desarrollo científico y tecnológico, se integra en ese año a  dicho programa, teniendo oportunidad de incorporar a la empresa a la M. en C. Yazmín Rivera Uria, quien durante un año desarrolló el proyecto de investigación titulado: “Evaluación de los tres Biofertilizantes Glomusintraradices, Rhizobium etli y Azospirillum brasilense en la bioremediación de los distintos tipos de suelos agrícolas”.

El objetivo de esta investigación, fue evaluar la respuesta de los biofertilizantes Glomus intraradices, Azospirillum brasilense y Rhizobium etli en la bioremediación de cuatro tipos de suelos que presentaban una estructura destruida. Los resultados obtenidos mostraron un importante efecto e influencia de los biofertilizantes en la remediación de los suelos.

En este 2010, el ICyTDF lanza nuevamente la convocatoria y, Biofábrica, gracias al fruto de su primer experiencia, incorpora ahora a dos jóvenes investigadores a su equipo de trabajo:

El M. en C. César F. González Monterrubio, quien se encuentra desarrollando el proyecto de investigación: “Desarrollo de un sistema de producción de un biofertilizante (Micorriza) bajo condiciones de hidroponía”, cuya línea de investigación tiene como principal objetivo desarrollar los procedimientos y procesos para la producción hidropónica de un biofertilizante,  con base en hongos micorrízicos arbusculares (HMA),  capaz de cumplir con los más altos estándares nacionales e internacionales de calidad, inocuidad y competitividad.

Y al M. en C. Juan Carlos Peña Becerril, quien tiene a su cargo el proyecto: “Evolución agronómica y evaluación de la calidad de los biofertilizantes”, que pretende establecer  y realizar una serie de análisis para evaluar la calidad de biofertilizantes derivados de Azospirillum y hongos micorrizicos arbusculares (HMA).

Ambos proyectos se encuentran actualmente en desarrollo, y en espera de resultados favorecedores que ayuden a continuar con la investigación y mejora de esta tecnología para el campo llamada biofertilizantes, una alternativa sustentable y sostenible que además de generar excelentes rendimiento en los cultivos ayuda a mejorar la calidad de los suelos.

Miriam Ramírez

 

El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, (CONACYT), otorgó al proyecto “Desarrollo de procesos de cultivos bacterianos y su escalamiento para la producción comercial de biofertilizantes”, desarrollado por Biofábrica Siglo XXI, S. A. de C. V., en colaboración con La Unidad de Bioprocesos del Instituto de Investigaciones Biomédicas, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el apoyo del Programa de Estímulos a la Innov ación 2010.

Este proyecto, plantea la investigación de la formulación de medios de cultivo que permitan el mejoramiento de las características del producto de fermentación (aumento de las poblaciones bacterianas) de las bacterias Azospirillum brasilense, Rhizobium etli y Sinorhizobium meliloti, así como el mantenimiento de sus características funcionales, fisiológicas y metabólicas, que permitan establecer la eficiente simbiosis con la planta y el desarrollo del crecimiento vegetal.

Rhizobium: Etli y Sinorhizobium meliloti

Las rhizobias son alfa proteobacterias, bacilos cortos, a veces pleomórficas, de tinción negativa de Gram, no forma esporas, inocua para el hombre, habita comúnmente el suelo y la rizósfera; es muy conocida su asociación simbiótica con plantas leguminosas (Bahlawane et al., 2008). En esta relación la bacteria proporciona amonio derivado de la fijación del nitrógeno atmosférico, y recibe de la planta, a cambio, compuestos de carbono provenientes de la fotosíntesis.

La asociación entre estos organismos es muy especializada, debido a que ha sido seleccionada durante millones de años porque tiene que haber un intercambio de señales químicas para que la bacteria se introduzca en las raíces y forme, en conjunto con la planta, estructuras llamadas nódulos, en los cuales habitará y fijará nitrógeno. En el nódulo, la leghemoglobina de origen vegetal proporciona el oxígeno esencial para su supervivencia y metabolismo.

Las leguminosas incluyen plantas de interés agronómico, como frijol, soya, chícharo, haba, lenteja y cacahuate, para la alimentación humana y otras utilizadas como forraje (acacia, alfalfa, guaje, Lotus y trébol).

Rhizobium etli es el simbionte predominante del frijol en campos agrícolas de Mesoamérica y la que se encuentra en el biofertilizante de la Biofábrica Siglo XXI se obtuvo a través del mejoramiento genético de la regulación de la fijación de nitrógeno (Peralta et al., 2004).

Azospirillum brasilense

Azospirillum brasilense es una de las bacterias empleadas para la formulación de uno de los biofertilizantes (Azofer) de Biofábrica Siglo XXI. Esta bacteria, con capacidad de fijación de nitrógeno, coloniza la superficie de las raíces de las plantas y la rizósfera de diversos cultivos de importancia agrícola tales como trigo, maíz, sorgo, arroz, cebada o avena (Dobbelaire et al., 2000, Caballero J. en microbiologia.org.mx, Bashan et al., 2007) y en cultivos perennes como el café o los cítricos (Basham et al., 2003), tanto en vivero como en plantaciones comerciales establecidas en campo. Otra característica de esta bacteria es su capacidad para producir reguladores del crecimiento vegetal (principalmente ácido indol acético, IAA), favoreciendo el crecimiento radicular (Mark et al., 2000), lo que permite mayor capacidad de absorción de agua y nutrientes disponibles en el suelo, incluyendo  nutrientes o fertilizantes aplicados (Basham et al., 2003). Azospirillum es una alfa proteobacteria, microaerofílica, de forma vibroide y pleomórfica que produce altas concentraciones del polímero poli-b-hidroxibutirato (PHB) en forma de gránulos intracelulares que utiliza como reserva de energía y favorece la resistencia de la bacteria a condiciones de estrés como la desecación (Kadouri et al., 2002, Nur et al., 1982, Tal et al., 1990).

Estructura organizativa  del Proyecto

La Unidad de Bioprocesos (UBP) del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, aportará su experiencia técnico-científica, en el área de fermentación y desarrollo de cultivos bacterianos, así como con la infraestructura adecuada para el desarrollo del presente proyecto. En tanto, Biofábrica Siglo XXI, aportará el conocimiento y la experiencia científico-técnico que ha acumulado, para retroalimentar a la UBP-IIB-UNAM respecto a las mejores condiciones mediante la evaluación de los cultivos en cuanto a la fisiología bacteriana, vida de anaquel y eficiencia de promoción del crecimiento y productividad de la planta. Los fondos del proyecto serán gestionados por la empresa.

Plan del Proyecto

El proyecto se desarrollará por grupos de trabajo de Biofabrica Siglo XXI y de la UBP, en diferentes fases. En específico:

  • Evaluación del efecto de la relación carbono/nitrógeno en cultivos en matraces convencionales de las cepas bacterianas en estudio.
  • Determinación del efecto de la adición de sales minerales traza en el crecimiento, viabilidad y consumo de la fuente de carbono de las cepas de Rhizobium etli y Azospirillum brasilense.
  • Evaluación del crecimiento y viabilidad celular, morfología colonial, pH, densidad óptica y consumo de la fuente de carbono.
  • Evaluación agronómica de los biofertilizantes.

Para la empresa es de vital importancia, desde el punto de vista competitivo, contar con la tecnología completa del proceso de producción de los biofertilizantes, para así ofrecer un producto de calidad y eficiencia, por tanto, Biofabrica Siglo XXI está comprometida con la investigación y el desarrollo de nuevas alternativas para beneficio de Sector Agrícola.

 

El mercado agropecuario tiene el reto de sustituir, después de 60 años, el uso de fertilizantes por unos que cuiden el medio, dice Carlos Alberto Hernández, coordinador administrativo de Biofábricas Siglo XXI.

Por Eduardo Camacho*

Con biofertilizantes que regeneran el suelo en lugar de debilitarlo y contaminarlo, Carlos Alberto Hernández, coordinador administrativo de Biofábricas Siglo XXI, busca convencer al sector agropecuario de ser amigables con el medio ambiente. Siendo una idea original del doctor Marcel Morales Ibarra, este tipo de productos generados por la pequeña y mediana empresa funcionan como fijadores de nitrógeno del medio ambiente para la alimentación de la planta, protectores de la planta ante microorganismos patógenos del suelo, además de que estimulan el crecimiento del sistema radicular de la planta, entre otras bondades. El entrevistado comentó que, al ser una empresa socialmente responsable dedicada a la producción y venta de biofertilizantes, encuentran retos por vencer y grandes expectativas por alcanzar en un campo lleno de oportunidades.

¿Es difícil entrar al nicho del mercado agropecuario?

Es un sector peculiar que tiene mas de 60 años usando el fertilizante tradicional pero están en el proceso de migración a este tipo de productos, tenemos tasas de crecimiento importantes de 50% anual aún en una población de gente adulta que en ocasiones es difícil de convencer pero están muy interesados en cuidar la tierra y todo el medio ambiente.

¿Quién respalda sus productos?

Nuestro crecimiento es resultado tanto de nuestro trabajo pero es de gran ayuda ser la primer empresa mexicana que cuenta con permisos sanitarios ante la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) y también contamos con el respaldo del Centro de Ciencias Genómicas de la UNAM.

¿Reciben apoyo en investigación por parte de la UNAM?

Sí, se trabaja con diversos institutos y los desarrollos científicos para bajar los costos; se hicieron convenios con la UNAM, que permite potenciar la productividad de los agricultores, con lo cual se rompen las barreras estructurales al llevar los desarrollos científicos al campo dando como resultado productos con un menor precio.

¿Cómo se concibe el mercado?

Son tres puntos específicos los que rigen el mercado al ser productos con menor precio, más productivos y ecológicos. Es lo que falta en el país, vincular estos dos círculos, el de la investigación y el de la producción, dando elementos a los campesinos para ser más competitivos.

¿Qué tan competitivo es el costo?

Nuestros productos pueden disminuir hasta el 50% del cosoto de fertilización tradiconal en gramínias como maíz, trigo, cebada y otros granos de importancia; en leguminosas puede llegar al 100%, lo que es un impacto económico y ambiental importante a diferencia de agroquímicos sintéticos que generan contaminación en lagos, lagunas y mares.Por ejemplo, en el anuario estadístico de la petroquímica 2008, se importaron de Ucrania un millón 200 mil dólares en fertilizantes químicos, cuando antes Fertimex surtía a todo el país, pero con la venta de paraestatales, se volvió obsoleta; y ahora nuestro producto es 10 veces más económico y generan 20% más de rendimiento.

¿Qué regiones ya utilizan estos productos?

En todo el país son alrededor de 20 millones de hectáreas y de esa cifra, de acuerdo con la Sagarpa, la mitad se cultiva con fertilizante y nosotros tenemos el 0.5% del mercado pero con presencia en Guerrero, Guanajuato, Chihuahua, Zacatecas y Michoacán, gobiernos que son muy receptivos pero el problema al que nos enfrentamos es que somos una Pyme y no contamos con los recursos para penetrar en todos los estados.
*Nota publicada por El Universal, 23 de julio de 2010.

Bajo la premisa de lograr la aplicación de alternativas ecológicas en el campo mexicano, una empresa, nacida en el 2004, empuja el uso de biofertilizantes entre los productores agrícolas del país.

 

Por Alejandra Aguilar*

 

Biofábrica Siglo XXI nace con el objetivo de hacer llegar estos productos desarrollados tecnológicamente a los agricultores. “En el campo no se podrá avanzar si estos desarrollos tecnológicos no llegan a los productores”, aseguró el gerente comercial de la compañía, Fabián Soto.

El uso de biofertilizantes, dijo, genera dos principales ventajas sobre los fertilizantes químicos: reduce hasta 50% los costos de la producción y aumenta hasta 30% la cantidad de cosecha. En el país, esto productos naturales fueron desarrollados por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y, hace seis años, la máxima casa de estudios y la entonces naciente Biofábrica firmaron un convenio de exclusividad para que esta última produjera y comercializara los biofertilizantes.

Compromiso social

En el campo mexicano “hay productores que realmente requieren de apoyos para cosechar”, describió Soto Martínez, “los biofertilizantes pueden sr un aliado para ellos, por sus precios competitivos y sus ventajas en la producción”. Además de ofrecerlos de manera comercial, la pequeña y mediana empresa (Pyme) impulsa la distribución de sus productos a través de los estados y municipios; es el caso de Guerrero y Michoacán, donde las autoridades destinan ciertos recursos para adquirir los biofertilizantes y repartirlos entre los productores.

Única en su tipo

El acuerdo con la UNAM, permite a Biofábrica diferenciarse del resto de las empresas que ofrecen biofertilizantes en el país, ya que produce y comercializa a los biológicos, mismos que están certificados por la Secretería de Salud (Ssa) y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). “El 98% de las empresa que ofrecen estos productos sólo comercializa productos productos que por lo general provienen de Estados Unidos”, aseguró Soto Martínez, entrevistado por El Economista.

Esfuerzo sostenido

En su poco más de un lustro de vida, la empresa ha llegado a 15 entidades del país, donde sus productos son utilizados en al menos 5,000 hectáreas de cultivos. Las entidades donde actualmente tiene más presencia son Guerrero, con alrededor de 140,000 hectáreas cultivadas con biofertilizantes de Biofábrica; Chihuahua, con 40,000, Oaxaca y Zacatecas, con 35,000 cada una.

El próximo año, adelantó el empresario, entrarán en Chiapas y triplicarán su presencia en Oaxaca. Para el 2013, la meta de Biofábrica es tener presencia en todo el país. “En estos años, los resultados han sido buenos. Hemos intentado, me atrevo a decir con éxito, la creación de un mercado para un producto nuevo, que debe romper inercias tanto de productores como de gobiernos. No es una labor nada fácil, pero hay que voltear a otra forma de cultivar, los beneficios serán increíbles”, dijo.

Antecedentes

En 1994 inició operaciones Asesoría Integral Agropecuaria y Administrativa (ASIA), con la función de brindar asistencia técnica y la capacitación a productores del campo. Cuatro años después, el gobierno federal, encabezado entonces por el Presidente Vicente Fox, decidió trasladar al sector productivo rural un desarrollo tecnológico de la UNAM: los biofertilizantes. El esfuerzo duró apenas un par de años, hasta le cambio de gobierno, en el 2000, cuando se interrumpió el proyecto. En ese momento, ASIA decidió dedicar su labor a incorporar estos productos al circuito comercial por lo que firmó un convenio con la máxima casa de estudios. A través de éste obtiene la exclusividad de la producción y comercialización de los biofertilizantes y para ello constituye un brazo operativo, al que le da el nombre de Biofábrica Siglo XXI.

*Nota publicada por el diario El Economista, Miércoles 7 de julio de 2010.

La materia prima a utilizar son sustratos lignocelulósicos que no tienen ningún uso ni valor en el sector alimentario

PATRICIA LÓPEZ/GASETA UNAM*

Aprovechar residuos como el olote del maíz, los huesos de las aceitunas, los tallos de la avena y el trigo o el bagazo del agave azul de tequila para producir una nueva generación de etanol, útil como biocombustible y cuyo proceso sea sustentable, es el reto de científicos de 10 países de América Latina y Europa reunidos en la UNAM.

Encabezados por la Facultad de Química de esta casa de estudios y el Instituto Nacional Politécnico de Toulouse, Francia, un grupo de 30 expertos inició los trabajos del Proyecto Babethanol, los que inauguró Carlos Arámburo de la Hoz, coordinador de la Investigación Científica.

Desperdicios industriales

La materia prima que utilizarán para desarrollar etanol son sustratos lignocelulósicos que no tienen ningún uso ni valor en el sector alimentario. “Los sustratos lignocelulósicos son desperdicios que se generan alrededor de alguna actividad industrial.

Por ejemplo, una mazorca de maíz, los huesos de las aceitunas que quedan tras la extracción del aceite de oliva o el bagazo del agave azul que se produce en grandes cantidades en la industria tequilera de México. Estos residuos tienen lignina, celulosa y hemicelulosa, a los que hay que hacerles una serie de tratamientos para convertirlos en glucosa, que es lo que se fermenta con levaduras, para llegar al etanol”, explicó el  doctor en química Eduardo Bárzana García, director de la Facultad de Química.

El reto de la fermentación

La parte de la fermentación del etanol es muy conocida desde tiempos antiguos, aunque todavía es un gran reto la transformación de los residuos lignocelulósicos al azúcar.

“Es el propósito de este proyecto y de muchas investigaciones que se realizan en todo el mundo para aprovechar residuos del proceso del aceite de palma, de la avena y del trigo, entre otros productos agroindustriales”, añadió.  El Proyecto Babethanol –en el que participan 13 instituciones de 10 países– plantea utilizar esos desperdicios para cambiarlos a un producto con alto valor agregado, como  el etanol o alcohol.

Propuesta a desarrollar

Dicho plan científico propone soluciones para un enfoque más sustentable de etanol renovable de segunda generación, basado en un proceso de fermentación moderado, integrado y amigable con el ambiente, que debería ser aplicable a un rango más amplio de materias primas de lignocelulosa.

El nuevo proceso que proponen los expertos está basado en métodos combinados fisicoquímicos y biológicos como opción a  los costosos procedimientos actuales de frontera, en particular los pretratamientos, los cuales requieren mucha energía,  eliminación de sustancias tóxicas, agua, productos químicos y tratamiento de aguas residuales.

La propuesta que se analizará en el Proyecto Babethanol es la transformación de residuos agroindustriales por métodos enzimáticos y fisicoquímicos. Esa iniciativa será desarrollada y probada desde el laboratorio hasta la escala piloto semiindustrial con diferentes residuos y materias primas.

En México se estudiará en particular  el bagazo de agave azul, que se genera en grandes volúmenes como subproducto de la industria tequilera nacional.

Bárzana García recordó que el  Proyecto Babethanol inició en mayo del año pasado y tuvo su primera reunión en julio de ese año en Toulouse. Participan también el Instituto Nacional de Ciencias Aplicadas de Toulouse (INSAT); el Centro de  Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas, de España; el Departamento de Ciencias Agrarias y Ambientales de Italia, y el Valtion Teknillinen Tutkimuskeskus, de Finlandia.

Igualmente, el Programa Cooperativo para el Desarrollo Tecnológico y Agroalimentario y Agroindustrial del Cono Sur (conformado por Uruguay, Brasil, Chile, Paraguay y Argentina), así como la Universidad de Costa Rica y el organismo Palma Tica, también de este último país. Por México intervienen –además de la Facultad de Química de la UNAM– el Centro Mario  Molina para Estudios Estratégicos sobre Energía y Medio Ambiente, AC; el Consejo Regulador del Tequila, AC, de  Guadalajara, Jalisco, y Proazúcar, de Veracruz.

*22 de febrero 2010