Entradas

¿Qué es el suelo?

El suelo es la fina capa de la superficie que sostiene a todas las plantas terrestres y por lo tanto a todos los seres vivos que dependen de ellas. Esto incluye a todos los animales terrestres, los microorganismos y por supuesto al ser humano. Es un recurso natural no renovable, considerado la principal fuente de sustento de la vida en la Tierra, tanto para el mantenimiento de los ecosistemas naturales como en la agricultura.

Día Mundial del Suelo

De los 32 tipos de suelo, según los sistemas de clasificación, México cuenta con 25. Lo que indica una amplia diversidad de riqueza y diversidad biológica que contribuyen en los procesos naturales encargados de mantener el ciclo del carbono, con la regulación de la temperatura, con los procesos hídricos, así como con la disponibilidad de nutrimentos para los cultivos. Contamos con una superficie territorial de 2 millones de kilómetros cuadrados, de los cuales, el 14% está clasificada por el INEGI como superficie de agrícola (18 millones de hectáreas). Sin embargo, debido a la degradación del suelo provocada por la actividad agrícola, en el país estamos experimentando una pérdida acelerada de la superficie cultivable.

Este proceso de degradación comenzó con el surgimiento de la llamada “revolución verde” que se basa en el incremento de la producción agrícola mediante el uso de fertilizantes químicos y pesticidas, además del uso de técnicas mecanizadas. Este sistema ha provocado la degradación masiva de este valioso recurso.

Dentro de estas prácticas las causas principales de la degradación del suelo son:

  1. Pérdida del equilibrio en la microbiología del suelo, tanto en la diversidad, como en la cantidad de microorganismos en prácticamente el 100% del suelo agrícola.
  2. Eliminación de la cubierta vegetal.
  3. La erosión.
  4. El ensalitramiento (acumulación de sales) y la sodicidad (Exceso de sodio).
  5. La compactación.
  6. El encostramiento del suelo.
  7. La disminución de la materia orgánica del suelo.
  8. La pérdida de nutrientes vegetales.
  9. La acumulación de sustancias tóxicas (contaminación).

 

Como consecuencia de este mal manejo también aumenta la pérdida de superficies naturales, ya que cuando las tierras deterioradas dejan de ser productivas, los agricultores transforman nuevas tierras a la agricultura para mantener el nivel de producción. Para 2011, en México se habían transformado alrededor de 55.9 millones de hectáreas de vegetación natural a otros usos del suelo, es decir, cerca del 29% del territorio. Esto ha provocado que el 64% de los suelos presente diferente grado de deterioro y que sólo el 36% no tenga degradación aparente y mantenga actividades productivas sustentables. Esto significa que, si no hacemos algo para revertir esta situación, la producción de alimentos, de materias primas y la disponibilidad de agua se verán seriamente comprometidos en pocos años.

Para que el suelo funcione adecuadamente debe mantener ciertas características físicas y químicas, además de una intensa actividad biológica. Entre estas características destacan:

  1. El contenido de materia orgánica, que son restos de animales y plantas descompuestos o en proceso de descomposición. Esta materia orgánica tiene una gran cantidad de Carbono.
  2. El contenido y disponibilidad de nutrientes: Todos los seres vivos tenemos los mismos bloques de construcción en nuestras células, los cuales son átomos de Carbono, Hidrógeno, Oxígeno, Nitrógeno, Fósforo, Azufre y muchos otros que se encuentran en pequeñas cantidades. Las plantas toman algunos de estos nutrientes del suelo, los cuales posteriormente pasan a los demás seres vivos cuando se las comen o cuando se comen unos a otros.
  3. La porosidad, que es indispensable para que el agua y el aire se infiltren en el suelo. Esta característica se mantiene gracias a que las partículas del suelo se encuentran empaquetadas en pequeños gránulos llamados agregados. Estos agregados además ayudan a proteger la materia orgánica, a los nutrientes minerales y a los organismos del suelo.
  4. La actividad biológica, que es llevada a cabo por una gran cantidad de animales pequeños y microorganismos, los cuales, junto con las plantas, ayudan a mantener todas las funciones antes mencionadas. Realmente el suelo es fabricado en conjunto entre las plantas y los demás seres vivos que habitan en el suelo, sin embargo, este proceso tarda miles de años en completarse, por eso se considera un recurso no renovable.

 

Todas las funciones del suelo dependen de que estás características se mantengan en óptimas condiciones. Con suelos fértiles y saludables somos capaces de mantener la producción de alimentos, de aprovechar el agua que se infiltra al subsuelo o fluye sin contaminantes a los ríos y lagos, de producir materias primas y biocombustibles totalmente renovables, además de ayudar a mantener la biodiversidad que es imprescindible para nuestra propia subsistencia. Un ejemplo claro de esto es el mantenimiento de la población de abejas y otros polinizadores, sin los cuales no podríamos producir la mayor parte de los cultivos de los que dependemos.

 

¿Cómo frenamos el deterioro de los suelos?

Es más sencillo de lo que parece. Sólo tenemos que transformar el actual modelo de producción agrícola por uno que sea más sustentable, es decir, que sea capaz de mantener y regenerar los suelos agrícolas, pero al mismo tiempo resulte productivo y rentable para los agricultores. Para conseguirlo, uno de los principales ejes de esta transformación se encuentra en el uso de la biotecnología, que no es más que el empleo del conocimiento que tenemos sobre los seres vivos para elaborar desarrollos tecnológicos que sean aplicados en la producción agrícola.

 

Entre estos desarrollos algunos de los más importantes son el empleo de productos basados en microorganismos del suelo, para formular los productos conocidos como biofertilizantes y biopesticidas. Estos son productos naturales y cuyo desarrollo consiste en realizar el aislamiento y la selección de los microorganismos más adecuados para la producción agrícola, así como el desarrollo del proceso de producción industrial.

Estos productos agro-biotecnológicos, tienen la capacidad de incrementar la productividad y la sustentabilidad de los cultivos gracias a que:

  • Incrementan la eficiencia en el uso de los fertilizantes (los fertilizantes son insumos altamente ineficientes y caros). En condiciones normales sólo se aprovecha alrededor del 30% del fertilizante aplicado y el 70% restante causa graves problemas de contaminación de los cuerpos acuáticos, de salinización del suelo y de incremento en las emisiones de gases de efecto invernadero, así que al incrementar su eficiencia se puede disminuir su uso significativamente y así minimizar los problemas que generan.
  • Son regeneradores del suelo. Los microorganismos del suelo son, junto con las plantas, los encargados de fabricar los suelos, por lo tanto son los regeneradores naturales de este recurso. Lo consiguen al fabricar moléculas capaces de recuperar la estructura dañada por el manejo intensivo del suelo, uniendo las partículas más pequeñas llamadas microagregados para formar gránulos más grandes (macroagregados). De esta forma se recupera la porosidad, la capacidad de retención de agua y diversas propiedades más relacionadas con la fertilidad de los suelos.
  • Mejoran la fertilidad y permiten aprovechar los nutrientes de difícil disponibilidad del suelo. Algunos problemas de fertilidad se deben a que los nutrimentos minerales no pueden ser aprovechados por las plantas si los microorganismos no les ayudan a hacerlos disponibles. Elementos como el nitrógeno, que se encuentra en el aire y que es transformado químicamente en amonio por las bacterias fijadoras de nitrógeno para su posterior aprovechamiento en el suelo, o como el fósforo, el potasio y los micronutrientes, que pueden estar atrapados en el suelo y que son liberados por los microorganismos solubilizadores o descomponedores.
  • Ayudan a mantener a los cultivos sanos, al fortalecer sus defensas y protegerlos contra plagas y enfermedades, estos microorganismos benéficos pueden ayudar a disminuir el uso de pesticidas tóxicos.
  • Ayudan a incrementar la materia orgánica de los suelos, permitiendo recuperar la fertilidad del suelo
  • Aumentan el secuestro de CO2 atmosférico, ayudando así a mitigar el cambio climático.

 

Gracias a estos beneficios, los productos biotecnológicos basados en microorganismos tienen el potencial de ayudar a mantener la producción de alimentos necesaria para una población creciente, sin comprometer la capacidad futura de nuestros suelos para producirlos y todo esto sin necesidad de abusar en el uso de agroquímicos tóxicos y altamente contaminantes.

 

Los suelos agrícolas son nuestra principal esperanza contra el cambio climático

Los suelos y su cubierta vegetal siempre han ayudado a regular el clima del planeta. Cuando el suelo tiene una cubierta vegetal, gran parte de la radiación solar se refleja de vuelta al espacio, lo que ayuda a regular el clima y, por el contrario, cuando el suelo se encuentra desnudo absorbe más calor.

 

Como se mencionó anteriormente, el suelo tiene una gran cantidad de materia orgánica, esta materia orgánica está compuesta principalmente por carbono. De hecho el cuerpo de todos los seres vivos está formado principalmente por dicho elemento. Este carbono es el mismo que contienen los combustibles fósiles (petróleo, gasolina, carbón) y es el mismo que se encuentra en el dióxido de carbono, el gas de efecto invernadero que estamos liberando en grandes cantidades y que provoca el cambio climático.

 

Sin embargo, el CO2 no es un gas tóxico como tal, de hecho, es un nutriente que las plantas aprovechan para obtener el carbono que necesitan para fabricar azúcar por medio de la fotosíntesis y posteriormente todas las moléculas de sus células, es decir toda su materia orgánica. El problema es que este gas ayuda a retener el calor en el planeta, por lo que su exceso es el que genera el sobrecalentamiento. Así que, para disminuir el CO2 de la atmósfera, todo lo que tenemos que hacer es fomentar la producción y conservación de la materia orgánica que producen nuestros cultivos, transformando así el problema del exceso de gases de efecto invernadero en una solución a la pérdida de fertilidad del suelo. La buena noticia es que esto es muy fácil de lograr mediante el uso de los Biofertilizantes microbianos, que estimulan el crecimiento de las plantas, ayudando a que capturen más CO2 y lo transformen en materia orgánica que eventualmente se acumulará en el suelo. Si a esto le sumamos su capacidad para incrementar la eficiencia de los fertilizantes y así reducir su uso, también disminuimos la huella de carbono que genera la fabricación, transporte y aplicación de estos insumos.

Por Cesar F. González Monterrubio, Arturo Jimenez-Martínez y Paula Medina-Morales

El combate al cambio climático, el suministro de agua, la producción de alimentos para la creciente población humana, la producción de energía limpia y de materias primas, y el mantenimiento de la biodiversidad, son algunas de las principales funciones de este valioso y, hasta ahora, ignorado recurso no renovable.

Día Mundial del Suelo

¿Sabías que en el suelo se encuentra la clave para solucionar algunos de los principales problemas de nuestra civilización?El combate al cambio climático, el suministro de agua, la producción de alimentos para la creciente población humana, la producción de energía limpia y de materias primas, y el mantenimiento de la biodiversidad, son algunas de las principales funciones de este valioso y, hasta ahora, ignorado recurso no renovable.#DíaMundialdelSuelo #Sustentabilidad #Ecología #Cambioclimático

Posted by Biofabrica Siglo XXI. Biofertilizantes on Thursday, December 5, 2019

El suelo es la fina capa de la superficie que sostiene a todas las plantas terrestres y, por lo tanto, a todos los seres vivos que dependen de ellas. Esto incluye a todos los animales terrestres, los microorganismos y por supuesto, al ser humano.

Para que el suelo funcione adecuadamente debe mantener ciertas características físicas y químicas, además de una intensa actividad biológica. Entre estas características destacan las siguientes:

  1. El contenido de materia orgánica: que son restos de animales y plantas descompuestos o en proceso de descomposición. Esta materia orgánica tiene una gran cantidad de Carbono.
  2. El contenido y disponibilidad de nutrientes: Todos los seres vivos tenemos los mismos bloques de construcción en nuestras células, los cuales son átomos de Carbono, Hidrógeno, Oxígeno, Nitrógeno, Fósforo, Azufre y muchos otros que se encuentran en pequeñas cantidades. Las plantas toman algunos de estos nutrientes del suelo, los cuales posteriormente pasan a los demás seres vivos cuando se las comen o cuando se comen unos a otros.
  3. La porosidad: que es indispensable para que el agua y el aire se infiltren en el suelo. Esta característica se mantiene gracias a que las partículas del suelo se encuentran empaquetadas en pequeños gránulos llamados agregados. Estos agregados además ayudan a proteger la materia orgánica, a los nutrientes minerales y a los organismos del suelo.
  4. La actividad biológica: que es llevada a cabo por una gran cantidad de animales pequeños y microorganismos, los cuales, junto con las plantas, ayudan a mantener todas las funciones antes mencionadas. Realmente el suelo es fabricado en conjunto entre las plantas y los demás seres vivos que habitan en el suelo, sin embargo, este proceso tarda miles de años, por eso se considera un recurso no renovable.

Todas las funciones del suelo dependen de que estás características se mantengan en óptimas condiciones. Con suelos fértiles y saludables, somos capaces de mantener la producción de alimentos, aprovechar el agua que se infiltra al subsuelo o fluye sin contaminantes a los ríos y lagos, producir materias primas y biocombustibles totalmente renovables, además de ayudar a mantener la biodiversidad que es imprescindible para nuestra propia subsistencia. Un ejemplo claro de esto es el mantenimiento de la población de abejas y otros polinizadores, sin los cuales no podríamos producir la mayor parte de los cultivos de los que dependemos.

Lamentablemente, en las últimas seis décadas hemos hecho lo contrario, con el surgimiento de la llamada “revolución verde”, que se basa en el incremento de la producción agrícola mediante el uso de fertilizantes químicos y pesticidas, además del uso de técnicas mecanizadas, hemos provocado la degradación acelerada de este valioso recurso.

Los suelos en México

En México contamos con una superficie territorial de 198 millones de hectáreas, de las cuales, se siembra en una superficie aproximada de 22 millones de hectáreas, todas ellas con algún nivel de degradación provocada por la actividad agrícola.

Como consecuencia de este mal manejo, también aumenta la pérdida de superficies naturales, ya que cuando las tierras deterioradas dejan de ser productivas, los agricultores transforman nuevas tierras a la agricultura para mantener el nivel de producción. Como consecuencia, para el año 2011, en México se habían transformado alrededor de 55.9 millones de hectáreas de vegetación natural a otros usos del suelo, es decir, cerca del 29% del territorio. Esto ha provocado que el 64% de nuestros suelos, presente algún grado de deterioro, y que sólo el 36% no tenga degradación aparente y mantenga actividades productivas sustentables.

Todo lo anterior se traduce en que, si no hacemos algo para revertir esta situación lo antes posible, la producción de alimentos, materias primas y la disponibilidad de agua se verán seriamente comprometidos en pocos años.

¿Por qué el suelo ayuda a regular el clima y por qué es tan importante para combatir el cambio climático?

Cuando el suelo tiene una cubierta vegetal, gran parte de la radiación solar se refleja de vuelta al espacio, lo que ayuda a regular el clima y, por el contrario, cuando el suelo se encuentra desnudo, absorbe más calor.

Pero además, el suelo tiene una gran cantidad de materia orgánica, esta materia orgánica tiene una gran cantidad de carbono, de hecho el cuerpo de todos los seres vivos está formado principalmente por carbono. Este carbono es el mismo que contienen los combustibles fósiles (petróleo, gasolina, carbón) y es el mismo que se encuentra en el dióxido de carbono, el gas de efecto invernadero que estamos liberando en grandes cantidades y que provoca la aceleración del cambio climático.

El suelo tiene un gran potencial de almacenar carbono en forma de materia orgánica, para lograr esto, sólo necesitamos un manejo adecuado que permita que se almacene más materia orgánica de la que se descompone, transformando así el problema del exceso de gases de efecto invernadero en una solución a la pérdida de fertilidad del suelo. Por el contrario, seguir con un manejo inadecuado, como el que hemos realizado en las últimas seis décadas, provoca que la materia orgánica del suelo se descomponga transformándose en dióxido de carbono y contribuyendo al incremento del cambio climático y a la degradación de nuestros suelos.

¿Cuál es la solución?

Es más sencillo de lo que parece. Sólo tenemos que transformar el actual modelo de producción agrícola por uno que sea más sustentable, es decir, que sea capaz de mantener y regenerar los suelos agrícolas, pero al mismo tiempo, que resulte productivo y rentable para los agricultores. Para conseguirlo, uno de los principales ejes de esta transformación se encuentra en el uso de la biotecnología, que no es más que el empleo del conocimiento que tenemos sobre los seres vivos para elaborar desarrollos tecnológicos.

Entre estos desarrollos, algunos de los más importantes son el empleo de productos basados en microorganismos, como biofertilizantes y biopesticidas. El desarrollo de estos productos se basa en el aislamiento y selección de los microorganismos naturales más adecuados para la producción agrícola, así como para el desarrollo del proceso de producción industrial.

También destacan el desarrollo de técnicas para procesar adecuadamente las fuentes de materia orgánica producidas a partir de recursos regionales y de la industria alimentaria, como son: desechos de granjas, residuos de fábricas de alimentos y bebidas, residuos orgánicos de las ciudades, entre muchos otros.

Estos desarrollos agro-biotecnológicos, apoyados con el uso de otras prácticas de conservación del suelo, tienen la capacidad, no sólo de mantener los niveles de producción actuales, sino de superarlos, reduciendo drásticamente el uso indiscriminado de agroquímicos tóxicos y altamente contaminantes. De esta forma podemos aumentar la seguridad alimentaria, es decir, nuestra capacidad de producir a alimentos, sin necesidad de destruir uno de los recursos más valiosos e imprescindibles para la subsistencia de las poblaciones humanas: el suelo.

 

Por Cesar González y Paula Medina

Estamos en los umbrales de un profundo proceso de transformación, en donde los sistemas ambientales se deben de tomar en cuenta dentro de los sistemas socio-económicos como un todo, bajo un nuevo
concepto que se podría denominar Bioeconomía. Estos sistemas dependen totalmente uno del otro; analizando los problemas que surgen de la empresa humana sobre el medio ambiente,se debe de hacer visible lo invisible.

La Bioenocomía es un campo emergente que tiene como eje a la biología para así, definir los alcances y límites de toda acción económica: en donde la actividad socioeconómica no destruya las condiciones necesarias para la sustentabilidad.
Hoy una prioridad es que bajo este sistema bioeconómico, las empresas hagan el mínimo daño al medio ambiente y a la biodiversidad, que funcionen dentro de la capacidad llevadera del planeta y que el capital social y el biológico tenga tanta importancia como el monetario.
A partir de la revolución industrial, se ha hecho un manejo irracional de los recursos naturales al considerarlos como inagotables. Esta forma de producción y acumulación ha llevado a una situación límite en la posibilidad de respuesta de la naturaleza y, por lo tanto, de nuestra propia sobrevivencia. Por ello, el panorama mundial actual no es nada alentador y enfrentamos problemas que nos conciernen y que sufrimos todos, como lo es: el calentamiento global, la destrucción de la capa de ozono, la acidificación de los océanos, la pérdida de la biodiversidad, los desastres naturales entre otros. Esta situación obliga a crear las condiciones necesarias para un cambio radical en nuestra ideología y forma de vida, tendientes a fomentar una cultura de suficiencia y conservación.

Dentro de estos cambios fundamentales se debe de tener presente la interdisciplinariedad, a través de la cual se articulen varias ideas y conocimientos que deriven en innovaciones. Para ello académicos de las distintas áreas deben vincularse con las empresas para ofrecer alternativas y soluciones de valor de uso a los problemas que nos aquejan como sociedad.
La integración de esquemas de sustentabilidad puede asegurar la supervivencia de la especie humana a largo plazo, además de la continuación del sistema socio – económico, asegurando prosperidad a corto plazo.
Uno de los esquemas más importantes es el agroalimentario, el cual está directamente relacionado con nuestra existencia en el planeta.
Los sistemas de producción agroalimentaria se han basado en la llamada “revolución verde”, que tiene como objetivo principal el producir más a corto plazo a través del uso de agroquímicos y en particular el de los fertilizantes químicos, sin importar las repercusiones eco-ambientales que provocan. Este sistema de producción resulta en la actualidad incosteable, ineficiente y altamente contaminante, lo que lleva a una necesidad de su redefinición.

Dicha redefinición sólo podrá responderse si el actual sistema de producción agroa-alimentario se somete a un serio y profundo proceso de transformación. La prioridad es: Mantener una producción sustentable a largo plazo, a menores costos y contaminando menos.
¿A que nos enfrentamos?
El uso indiscriminado de los fertilizantes químicos para la producción agraria ha generado graves impactos ecológicos que han alterado los ecosistemas, en algunos casos de forma irreversible, dentro de ellos se encuentran:
Efectos en la atmósfera: Desde la etapa de su producción, los fertilizantes químicos, sobre todo los nitrogenados, generan y expulsan a la atmósfera uno de los Gases de Efecto Invernadero (GEI) más dañino, el Oxido Nitroso (N2O) con una capacidad de retención de calor a largo plazo 300 veces mayor que el Bióxido de Carbono (CO2). Lo que contribuye directamente al calentamiento global.

Efectos del cambio climático: Sequías severas y prolongadas, aumento de las precipitaciones en algunas regiones y disminución en otras, aumento de las temperaturas, aumentos en la frecuencia e intensidad de eventos climáticos extremos, amenazas sobre el desarrollo y productividad de los cultivos, mayor presencia de plagas y enfermedades, y la
reducción de áreas con condiciones óptimas para los cultivos. Cabe mencionar que actualmente se contabilizan cerca de 500 catástrofes mundiales, cuando en la década de los ochenta éstas ascendían a 120.
Efectos en la calidad de los alimentos: el uso de fertilizantes químicos en los cultivos afecta la cantidad de vitamina C así como la calidad y cantidad de proteína producida por las plantas. Incrementa la vulnerabilidad de los cultivos a plagas y enfermedades. Por lo que se tienen frutos de menor calidad en apariencia y en valor nutricional.
Efectos en el agua: Un alto porcentaje del fertilizante químico aplicado en los cultivos termina en ríos, lagos y mares, contribuyendo a su eutrofización (exceso de nutrientes ya sea nitrógeno o fósforo que ocasionan una abundancia de algas y otros organismos los cuales absorben la mayor parte del oxígeno, destruyendo la biodiversidad). La vida de las algas es muy corta, al morir y descomponerse consumen más oxígeno por lo que la situación empeora, los peces, moluscos y crustáceos también mueren así como el resto de la biodiversidad de la zona. Esto resulta en el fenómeno conocido como hipoxia (zonas muertas tanto en mares como lagos con concentraciones tan bajas de oxígeno que las hace inhabitables). En los últimos cuarenta años se ha multiplicado el número y la extensión de las zonas muertas en el mundo. Estudios realizados en 2008 incluyen una lista de 405 zonas con extensiones que van desde 1 km hasta más de 70,000 km2

Efectos en la calidad de los cultivos: el uso excesivo de fertilizantes químicos da como resultado cultivos enanos. Los fertilizantes químicos afectan el crecimiento de los cultivos ya que inhiben el desarrollo de las hormonas de crecimiento vegetal que contienen las plantas. Con el uso irracional de la urea las plantas se vuelven más vulnerables a plagas y enfermedades. Incrementan el crecimiento de la planta pero debilitan al tallo, también empobrecen la calidad de las semillas.
Efectos en los suelos: Entre el 40-60% de los fertilizantes químicos aplicados se desperdicia, una parte de este se queda en el suelo haciendo que vaya perdiendo su flora microbiana natural así como su capacidad de retención de nutrientes e incrementando su nivel de acidez, volviéndolos estériles, haciendo a su vez que los cultivos se vuelvan cada vez más dependientes de la aplicación de fertilizantes.
El reto “Producir de manera diferente”
Necesitamos encontrar maneras de aminorar estos daños causados por el uso excesivo de los fertilizantes químicos sin reducir la productividad del sistema agropecuario.
El hombre ha ido convirtiendo cada vez más el nitrógeno inactivo de la atmósfera en sus formas reactivas, tales como amonio, para su uso en la agricultura, desequilibrando su ciclo biogeoquímico el cuál estaba perfectamente equilibrado cuando solo había fijación biológica de nitrógeno y la práctica del abono orgánico. Es por eso que la incorporación de prácticas sustentables en los sistemas de producción agrícolas es de vital importancia dentro de ellos, el uso de biofertilizantes.
A diferencia de los fertilizantes orgánicos que están hechos en base de materia orgánica procesada, los biofertilizantes están hechos a base de microorganismos benéficos para la planta, el suelo y el ambiente ya que ayudan a la fijación biológica de nitrógeno además de promover la estimulación del crecimiento vegetativo, solubilizar y transportar nutrientes y proteger el sistema radicular contra patógenos. A su vez ayudan a la regeneración de los suelos estériles devolviéndoles parte de su flora microbiana. Y no solo eso, su costo es únicamente el 10% del costo del fertilizante químico por hectárea.
Desde el punto de vista productivo y económico, los biofertilizantes tienen un importante efecto positivo, ya que representan la forma más directa e inmediata de tener una respuesta productiva, a la vez que representan la forma más económica de nutrición, ya que la fuente de nitrógeno es la atmósfera, que cuesta menos y no es contaminante. Por ejemplo, una ha. de maíz tiene un costo de fertilización química del orden de 4 a 5 mil pesos por ha., mientras que la biofertilización es del orden de 300 pesos y es más amable con el medio ambiente, y permite un uso más eficiente del fertilizante, lo que permite reducir hasta en 50% su aplicación, con mayores respuestas en producción.
Desde el punto de vista ecológico, el ahorro que se puede tener en el uso de los fertilizantes químicos, tiene un alto significado, así como un uso racional del agua, que puede ser incluso mayor al significado económico y productivo.
Es por esto que en diversos países, y organismos internacionales, ya existen iniciativas para limitar el uso de los fertilizantes químicos (como es el caso del G 20, la ONU la FAO, etc.), no obstante que actualmente es una prioridad mundial el incremento de la oferta de alimentos. Así, el reto que enfrentamos a nivel mundial, es producir más alimentos y contaminar menos (Disminuyendo el uso de fertilizantes químicos).

México es pionero en el desarrollo de biofertilizantes, donde gracias al trabajo de centros de investigación reconocidos a nivel mundial se lograron obtener biofertilizantes altamente efectivos en diversos cultivos, probados en más de 2 millones de hectáreas a nivel nacional, se logró en promedio una reducción en el uso de fertilizante químico del 50% y un aumento en rendimiento de 30%.
La vinculación y transferencia de tecnología entre centros de investigación y empresas ha permitido seguir innovando en el tema poniendo a disposición del mercado productos que dan soluciones a la problemática actual de manera biológica y sustentable.
De no integrar nuevas tecnologías en pro del cuidado del medio ambiente tanto para la producción agrícola como para otros sistemas de producción, así como cambiar nuestros hábitos de consumo hacía un consumo racional y una cultura en pro de la conservación, las consecuencias del cambio climático irán en aumento a niveles catastróficos.

No es algo nuevo escuchar sobre estrategias a nivel de gobierno federal, municipal o estatal para combatir los problemas ambientales en el país. En este sexenio existen estrategias para mitigar los estragos al medio ambiente y a la naturaleza. Sin embargo de acuerdo a un documento redactado por la organización Greenpeace, se concluye que no existen propuestas reales por parte del gobierno actual para tratar los diversos problemas ambientales del país.
A pesar de existir iniciativas que se engloban en el Pacto por México como la Estrategia Nacional de Cambio Climático y el Plan Nacional Forestal, se da prioridad al beneficio económico, político e industrial en perjuicio de la biodiversidad. Basta echar un vistazo a las cifras manejadas por el mismo gobierno en donde se demuestra que estas iniciativas son insuficientes a todos los padecimientos que tiene el país como las del costo económico del agotamiento y degradación ambiental “que en 2011 representó 6.9 % del PIB; que las sequías, inundaciones y ciclones entre 2000 y 2010 ocasionaron alrededor de 5 mil muertes, 13 millones de afectados y pérdidas económicas por 250 mil millones de pesos…”
Los problemas son realmente graves “el origen de los problemas del agua en México está en el manejo del recurso, al priorizar su valor económico sobre su valor vital. Se da preferencia a las mega obras sobre la planeación sustentable de las cuencas” destaca Sinai Guevara de Greenpeace México. La realidad que nos aqueja se observa también en todos los problemas sociales derivados de la sobreexplotación de recursos naturales sea agua, bosques o minerales, dejando a poblaciones enteras afectadas y con la única alternativa de luchar por sus derechos.
Para Mireya Imaz coordinadora del Programa Universitario de Medio Ambiente, U.N.A.M. “hay muchas expectativas de las acciones que tomará el gobierno de Peña Nieto, sobre todo porque los últimos dos sexenios panistas fueron “bastante erráticos” en políticas ambientales.”
En México existen iniciativas para cambiar la situación actual en cuestión medio ambiental, tanto a nivel académico como empresarial; son estas instituciones nacionales quienes, en gran parte de los casos, así como la misma sociedad, deben y de hecho responden a las ineficiencias e ineficacia de los gobiernos. Nuestra empresa Biofabrica Siglo XXI, se pone dentro de este esquema que apunta hacía un manejo sustentable del campo y de los recursos naturales, procurando por no contaminar el medio ambiente y aportar un insumo económico a los productores y campesinos del país.

Para consultar el artículo de La Jornada: https://www.jornada.unam.mx/2013/06/23/opinion/015n1pol

El deterioro de los recursos naturales se observa ya en el 90% del territorio nacional. La sequía, resultado del cambio climático, ya causó en el sector agropecuario daños por casi 100 mil millones de pesos en solo dos años y podría empeorar si no se actúa de inmediato, aun cuando se detuviera el deterioro causarán estragos en los próximos 40 años, por lo que se requiere modificar el esquema agropecuario del país, incluyendo el cuidado a los recursos naturales, es por esto que 20 organizaciones agropecuarias han planteado al actual gobierno un nuevo pacto para el campo, a fin de “ diseñar una reingeniería* de producción agropecuaria: “…ya no podemos sembrar lo que antes se sembraba y se tiene que meter en orden todo el sistema de uso de los recursos naturales.”, advirtió Raúl Pérez Bedolla, del Congreso Agrario Permanente.
Para este año el gobierno federal destina al Programa Especial Concurrente para el Desarrollo Rural Sustentable más de 300 mil millones de pesos, de los cuales solo el 0.5% ( 1,440 millones) serán canalizados a la vertiente agraria. “Presupuesto que fue aprobado para afrontar los retos agrícolas en el país, sin considerar los efectos negativos de la sequía y de las heladas que prácticamente ya acabaron con la crianza de ganado y con los cultivos de maíz en Durango y Zacatecas, situación que podría repetirse en Sinaloa, Sonora, Chihuahua y otros estados del norte del país.”

Una colocación y uso racional de los recursos naturales en donde se de prioridad a las actividades primarias teniendo como base la producción agraria, ya que sin alimento no hay vida, es primordial para poder hacer frente a la situación actual, aunado al uso de alternativas a favor de la naturaleza, como lo es el uso de los fertilizantes biológicos, los cuales contribuyen a una producción menos dañina tanto para las plantas y el suelo como para el planeta.
* Reingeniería se entiende como un cambio drástico en el rediseño y la reconcepción fundamental de los procesos.
Fuente:
https://www.jornada.unam.mx/2013/06/11/sociedad/038n2soc

Aunque el cambio climático es uno de los problemas ambientales más urgentes, las políticas gubernamentales para su abatimiento no han sido suficientes. “En conferencia de prensa en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (Ciesas), el doctor Fernando Briones, y a través de videoconferencia los expertos Ben Jong y Armando Ruiz expusieron su preocupación por los efectos que genera el cambio climático. Precisaron que aunque a México se han canalizado más de 100 mil millones de pesos para mitigar esta situación, que no se ha logrado el efecto deseado, por lo que debe haber cambios en la política de este rubro.”1

Es importante destacar que el cambio climático no ha sido reconocido oficialmente ni por el Presidente Barack Obama ni por el Secretario del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos como una de las principales causas de la sequía en los Estados Unidos de América y la cual afecta gravemente la producción de granos.

Según un estudio publicado el 22 de abril de 2012 en el periódico Nature Climate Change2, la volatilidad de los precios de los alimentos podría estar mucho más relacionada con el cambio climático que con otros factores como el precio del petróleo y las políticas de mercado aunque la producción de biocombustibles también podría afectar de manera palpable.

El análisis encontró que una tendencia moderada de calentamiento puede incrementar el número de días de calor severo en la temporada de siembras lo que dobla la volatilidad de los rendimientos en granos.

Esto es de particular importancia ya que el estudio sugiere que para mitigar estos efectos en la producción, los agricultores tendrían que cambiar la producción de los Estados Unidos a Canadá (lo cual es inconcebible) o bien, desarrollar variedades más tolerantes a las altas temperaturas.

Es por esto que los métodos tradicionales de producción agrícola deben ser revisados a detalle para mejorar sus procesos e innovar de modo que se protejan los cultivos y sean más resistentes a sequías y heladas sin dañar al ambiente.

Los biofertilizantes de Biofabrica Siglo XXI son una alternativa ecológica y sustentable que vuelven a la planta más resistente a los efectos climáticos negativos además de que mejoran los suelos, lo cual es un asunto de mayor importancia, ya que se necesitan soluciones que en el largo plazo garanticen el cuidado de la Tierra.

1 Carolina Gómez, ”Se destinaron más de 100 mil mdp para mitigar cambio climático, sin resultados: Ciesas”, en La Jornada en Línea, consultado el 28 de agosto de 2012 en https://www.jornada.unam.mx/ultimas/2012/08/24/13462158-se-destinaron-mas-de-100-mil-mdp-para-mitigar-cambio-climatico-sin-resultados-ciesas
 
2 Stephanie Strom, “Climate Change to Affect Corn Prices, Study Says” en The New York Times, consultado el 28 de agosto de 2012 en https://www.nytimes.com/2012/04/23/business/climate-change-effect-seen-for-corn-prices.html?_r=1&ref=foodprices