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Aumentaría en 25% rendimiento del cultivo de maíz, con este producto.
Para contar con un programa gubernamental en el que se impulse el uso de biofertilizantes para aumentar los rendimientos en el cultivo del maíz, se requiere 19 por ciento de lo que se destina a, por ejemplo, Programa de Incentivos para Productores de Maíz y Frijol (Pimaf ).
Con una inversión de 500 millones de pesos, dispersados en una superficie de un millón de hectáreas de maíz y el uso de biofertilizantes, sería posible incrementar el rendimiento en un 25 por ciento, que en el caso de pequeños productores y principalmente del sur del País, oscila entre 2 y 2.5 toneladas, refirió Marcel Morales, director de Biofábrica Siglo XXI, empresa dedicada a la comercialización de biofertilizantes.

Dicho monto es mucho menor que los 2 mil 586 millones de pesos que, después de la ampliación, se destina- ron como presupuesto 2018 al Pimaf.
La propuesta se está enviando a los equipos de campaña de los candidatos a la presidencia del País, con el fin de que se incluya en el programa de Gobierno del próximo sexenio del candidato ganador, y no se continue con el despilfarro de recursos, explicó el también investigador.
“Estamos haciendo un despilfarro de recursos sin ningún sentido porque nunca nos han dado esos resultados”, afirmó Morales.
Dijo que las políticas públicas para la productividad del campo no suelen meditarse, es decir, se hacen por inercia, e incluso en algunos casos los recursos no llegan a los productores.

“Uno de los grandes problemas que tenemos en la cuestión de las políticas (públicas) es que llegamos a una inercia y en la medida que se
va gastando, pues va generando más problemas que soluciones (…). Yo te puedo decir que el dinero de esos programas, que andan por ahí, pues una parte importante se va al bolsillo de quien sabe quién.
“O la otra, son negocios de estar metiendo insumos que no sirven o insumos bastantes cuestionables, pero son negocios que ya tienen muchos años funcionando”, detalló.
La diferencia de los valores se debe a que en la propuesta de Biofábrica Siglo XXI se incluiría el uso de biofertilizantes, creados a partir de microorganismos, pues las bacterias tiene la capacidad de aprovechar el nitrógeno atmosférico y después dárselo de alimento a la planta, aspecto que los hace menos costosos que los fertilizantes químicos.
Por ejemplo, para una hectárea de maíz se requiere invertir 4 mil pesos en fertilizantes químicos, mientras que en biofertilizantes se de- mandan 400 pesos, detalló Morales.

Por Frida Andrade. Periódico Reforma.

Marcel Morales Ibarra

Nuestra agricultura no puede concebirse al margen del maíz. Actualmente, el 40% de la superficie agrícola se destina a este cultivo y se producen 24 millones de toneladas que se destinan a la alimentación de los mexicanos. Adicionalmente, se importan 8 millones de toneladas de maíz amarrillo para el consumo animal.

Aun cuando el maíz se cultiva en todas las regiones, más del 80% de la producción se concentra en sólo 10 estados, siendo Sinaloa el productor más importante, aportando una cuarta parte de la producción nacional. Lo realmente significativo de ésta es su oportunidad. La producción nacional  se divide en dos ciclos agrícolas: primavera-verano y otoño-invierno. El primero es el más relevante, aporta el 75 por ciento del volumen total y su cosecha se da en los meses de  noviembre-diciembre. Así, el primer semestre del año no hay mayores sobresaltos en el abasto; el problema inicia a partir del segundo semestre, y es aquí cuando entra la producción de Sinaloa.

El sorpresivo e inédito desastre agrícola en Sinaloa tendrá repercusiones nacionales, ya que significa una seria amenaza de desabasto. De las 472 mil hectáreas sembradas de maíz, se siniestraron 450 mil. Este daño representa una pérdida de al menos 5 millones de toneladas.

Lo único que se les ha ocurrido a las autoridades para enfrentar el desastre es la resiembra de maíz en Sinaloa. Esta medida evitará el desabasto, ya que permitirá recuperar la capacidad productiva perdida, se dice. La propuesta es resembrar 300 mil hectáreas. Por decir lo menos, ésta es una pálida respuesta a la magnitud del desastre, ya que de ningún modo exorciza el problema.

En primer lugar, la meta de 300 mil hectáreas es prácticamente inalcanzable, ya que esto significa echar a andar una pesada burocracia institucional, para el pago de seguros y el financiamiento, que simplemente no tendrán capacidad de respuesta, como el propio Presidente Calderón lo advirtió el pasado 23 de febrero; en segundo lugar, la agricultura no es una industria donde se controlen los factores de la producción. No se puede estar sembrando cuando se desee, existen claramente definidos calendarios de siembras por regiones y por cultivos, y sembrar fuera de estas fechas significa correr un alto riesgo, cuando no un esfuerzo vano. La fecha óptima de siembra de maíz en Sinaloa es el mes de noviembre, conforme se alejan estas fecha los riesgos productivos y económicos son mayores. En el mes de febrero prácticamente nadie siembra, ya que se considera un sinsentido. No hay que olvidar que Sinaloa es el estado agro empresarial más desarrollado, y para cualquier empresario los riesgos tienen un límite.

Existen muchas otras opciones, más allá de la resiembra, que se pueden, y deben emprender de inmediato. Para ello se requiere más imaginación y decisión de nuestras autoridades.

Una medida inmediata es armar un programa emergente de estímulos reales para la siembra de maíz en marzo en aquellas entidades que cuenten con riego y cuyas condiciones agro climatológicas lo permitan, como es el caso de Tamaulipas, San Luis Potosí, Veracruz, Zacatecas, etc.; por otro lado, se deben de estimular las siembras tempranas, marzo-abril, en aquellas regiones de buen temporal, que por diversas razones, principalmente por problemas de líquidez, se posponen  hasta ya muy entrado el ciclo.  Es importante señalar que deben tener una atención especial aquellos estados que padecen un crónico problema de abasto de maíz, como es el caso de Oaxaca, y en general las regiones más marginadas del País.

Sin duda, el desastre agrícola que estamos viviendo es grave, pero existen alternativas para enfrentarlo. Lo primero que se debe de tener claro, es que estamos frente a un problema que debe asumirse como  responsabilidad de Estado. Esto significa que el desastre de Sinaloa se tiene que ver como un problema nacional y no limitado a esta entidad.

El autor es empresario, egresado de la Universidad de Chapingo, doctor en Sociología y experto en temas relacionados con la agricultura.

* Artículo publicado por el Diario Reforma el 8 de marzo de 2011.